Mikel Landa fue lo peor que le pudo ocurrir al Movistar Team. Y es que fue contratado más por un capricho que por una estrategia y a sabiendas de la personalidad del español, decidieron hacerlo.
Lo ficharon cuando en tres años ya había pasado por dos equipos, una discontinuidad extraña en el ciclismo, de un ciclista que le ha dado más títulos a la prensa, que a las repisas de su país.
Ya sabían de la personalidad e inexplicablemente quisieron contratarlo, con la pésima idea de ser líder de un equipo que ya tenía líderes... hasta para Marc Soler, otro ibérico que apuntaba a ser líder, no le debió sonar la idea.
Pero peor fue para Nairo, que vio cómo el Movistar le traicionaba, tratando de reemplazarlo en un lugar que él se había ganado a pulso. Le ponían competencia con su mismo escudo.
En el 2017, Nairo quedó subcampeón del Giro de Italia, a pesar de no conseguir el triunfo, fue un buen resultado y no tuvo la mejor presentación del Tour de Francia. Esa fue la excusa que estaban buscando para usurparle el lugar que le correspondía a Nairo.
Pero en ese afán, solo consiguieron a un ciclista que en el Giro de Italia 2019, le tocó trabajar a Carapaz... a regañadientes, pero lo hizo. Tuvo que ser gregario de nuevo.
En el Tour de Francia 18-19 no logró acercarse al podio y en ninguno de los dos años corrió la Vuelta a España, no ganó ninguna etapa en una grande, ni siquiera en una carrera de una semana. No ganó carreras de un día y solo obtuvo tres triunfos en esos dos años.
Además, su manera de despedirse fue lo más antiprofesional que se haya visto en años. Ya con la seguridad de ir al Bahrain Merida, dejó tirado el puesto en el Movistar, como referencian en el portal ciclismocolombiano.com, pues no terminó ninguna carrera de las últimas que corrió.
Eso sí, dejó un desastre en el Movistar. Un Nairo que se va y se lleva a Winner, un Carapaz que le dice adiós al equipo, una serie de gregarios que también se marcharon, pues parecía que el ambiente del español era muy tóxico.
Y aunque Nairo tampoco fue el mejor ejemplo de comportamiento, debía defender su posición. Una contratación innecesaria que al final terminó pagando el Movistar.