Miguel Ángel Bermúdez, el boyacense que creyó en el ciclismo cuando era un deporte de pobres

Miguel Ángel Bermúdez, el boyacense que creyó en el ciclismo cuando era un deporte de pobres

Después de haber perdido el poder y haber estado en la cárcel, goza viendo subir al podio europeo a Nairo y a Gaviria

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mayo 14, 2017
Miguel Ángel Bermúdez, el boyacense que creyó en el ciclismo cuando era un deporte de pobres

La historia del ciclismo colombiano cambió cuando en 1980 el boyacense  Miguel Ángel Bermúdez asumió la presidencia de la Federación Colombiana de Ciclismo. A fuerza de gritos, madrazos y hasta matoneo, el estrafalario Bermúdez estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para llevar un equipo colombiano al Tour de Francia y ganarlo. Tocó puerta a puerta a los grandes empresarios del país, les pedía sólo cinco millones de pesos para conseguir la preparación indicada. Un presupuesto mínimo para un sueño descomunal que había empezado tres década atrás.

La primera vez que un equipo colombiano corrió en Europa fue en 1956. Gracias a la amistad que tenía el antioqueño Ramón Hoyos con el múltiple campeón Fausto Coppi pudieron viajar buscando el sueño de correr el Tour de Francia. A través del embajador de Francia en Colombia se hicieron unos contactos que al final no prosperaron con la organización de la carrera. Eso sí los pudieron inscribir en la Route de France, el hermanito menor del Tour. Tenían bicicletas más grandes y pesadas que los europeos y, a diferencia de ellos, trabajaban en otras cosas para ganarse la vida. Ni siquiera eran profesionales pero, como lo habían podido comprobar campeones como el suizo Hugo Coblet o el estelar gregario Ettore Milano, los colombianos podrían ser pequeñitos pero en la montaña seguro sorprenderían.

En la primera etapa, 220 kilometros llanos como una mesa de billar, el viento arrastró a los menudos e inexpertos escarabajos. Siete de los nueve quedaron descalificados por llegar fuera del límite del tiempo. Los últimos dos sobrevivientes, Ramón Hoyos y Efraín El Zipa Forero, quedarían descalificados dos etapas después. Nunca llegaron a la montaña.

Los años pasaron y el sueño de tener un equipo profesional corriendo en Europa se cumplió a plazos cuando Martín Emilio Cochise Rodriguez, a los 30 años y en el declive de su carrera, fue gregario de Felice Gimondi, uno de los mejores corredores italianos de todos los tiempos. En 1973 ganó la primera etapa para Colombia en una gran vuelta. Fue en el Giro en la decimoquinta etapa entre Florencia y el balneario en la costa del Forte dei Marmi después de sorprender a los esprinter europeos en un ataque de lejos. Un año después ganaría la segunda etapa para Colombia.

Miguel Ángel Bermúdez sabía de la grandeza del ciclismo colombiano pero necesitaba comprobarlo con una vitoria en territorio europeo. En 1980 el equipo de Colombia fue invitado a correr el Tour de l Avenir. Tenían solo cuatro semanas  para prepararse. A las volandas contrataron a un Director Técnico, el antioqueño Raúl Mesa. El líder del equipo sería José Patrocinio Jiménez pero, después de una escapada en la tercera etapa, el santandereano Alfonso Flórez se puso la camiseta amarilla de líder. La sorpresa cundía en Francia. El equipo soviético, cuyo líder Sergei Sukhoruchenko, era el mejor ciclista amateur del mundo. Ya había ganado la carrera dos veces consecutivamente. Ante el asombro del mundo Florez llegó vestido de amarillo a París y, cuando regresaron a Bogotá, fueron recibidos como verdaderos héroes.

Tres años después la insistencia de Bermudez rindió frutos. De tanto tocar la puerta la organización del Tour decidió invitar al equipo colombiano. Ninguna empresa quería patrocinar lo que después se conocería como La gran aventura. Necesitaba 35 millones de pesos para ir a Francia. Tocó en la puerta de patrocinadores como Coltejer, Avianca, Tejicondor, Colmotores y paz del Río. Ese año esas empresas juntas habían dado un total de 5,64 billones de pesos en perdida. La única que pudo salvar el sueño fue Pilas Varta.

Llegaron a aprender, a ser la burla del pelotón internacional, a ser menospreciados por figuras rutilantes como Laurent Fignon quien dijo en su momento que los corredores colombianos eran de raza inferior. En el grupo los colombianos se iban al suelo por los codazos y los escupitazos que les proporcionaban los grandotes ingleses, españoles o alemanes. El pavé los destruyó por completo. Cuando Edgar “Condorito” Corredor que después de esa extenuante etapa de Pavé estuvieron tan cansados que ni siquiera se podían llevar la cuchara a la boca en la cena de la noche.

Todo cambió cuando llegó la montaña. José Patrocinio Jiménez sorprendió al mundo al pasar primero en el Tourmalent, uno de los puertos míticos del ciclismo. Fue Rey de la Montaña y llegó a ser Septimo de la clasificación general hasta que en el último día la falta de táctica y la inexperiencia los hizo perder 17 minutos. A Patrocinio la cicla se le partió en dos y, como el carro acompañante estaba lejos, perdió cinco minutos que lo sacaron de los diez primeros y acabaron con la ilusión la camiseta de puntos rojos.

La aventura había sido un éxito total y Bermúdez estaba tan contento que un año después, en 1984, el Varta regresó a Francia y un muchacho de 24 años llamado Luis Herrera ganó la etapa insignie del Tour la subia al Alpe de Huez. En 1985, ya con el apoyo de Café de Colombia, Herrera ganaría la primera de las tres camisetas de montaña que obtuvo, fue séptimo y Parra, el mejor joven de la competencia, ocupo el octavo. El país estaba de fiesta y Bermudez empezó a cobrar una relevancia que superó lo meramente deportivo. En 1992 se retira de la Federación de Ciclismo y asume la dirigencia de Coldeportes. Su carácter empezó a jugarle malas pasadas que terminaron en escándalo. La ex directora de la entidad en Santander, María del Pilar Florez, lo denunció por acoso sexual. En 1996 Bermúdez renuncia a Coldeportes y emprende una carrera política que lo llevaría, en el 2001, a la Gobernación de Boyacá en donde tampoco escapó a la polémica.

Sólo seis meses tuvo que esperar para que lo suspendieran 14 meses. La privatización de la empresa de licores de Boyacá y la aprobación de una obra faraónica, a las que él estaba acostumbrado a soñar, un parque temático que se iba a llamar Libertad y Paz, una especie de Disneylandia boyacense, según sus palabras, fueron los pasos que siguió antes del desastre final. Cuando volvió a su cargo hizo unos sobrecostos por 260 millones de pesos para unos libros de colegio que terminaría con una condena de 11 años de prisión impuesta por la Corte Suprema de Justicia en el 2008.

Miguel Angel Bermudez salió libre en el 2014. Desde entonces se ha mantenido alejado de las cámaras. Eso sí, sueña con volver al ciclismo, no para dirigir grandes equipos profesionales sino pequeñas escuelas. A parte de los escándalos, nadie hizo más por internacionalizar a nuestros ciclistas que él.

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