Los resultados del domingo 17 de junio invitan a una reflexión: ¿quién gano y quién perdió en la contienda electoral? 10.398.689 votos del Centro Democrático, con su candidato Iván Duque, consolidaron esa propuesta política. Sin embargo, las tesis de Colombia Humana, con Gustavo Petro, alcanzó la cifra de 8.040.449 votos, que deja en sus hombros la responsabilidad de liderar una oposición real y alternativa.
Estas cuentas electorales obligan a hacer otras lecturas que quedaron signadas tras las dos campañas. La mentira, la creación de fantasmas y aforismos, privaron al ciudadano de reflexionar críticamente. La idea del “castrochavismo” y la posibilidad de convertir a Colombia en otra Venezuela, tuvo efectos perversos en la mayoría de la población colombiana. Memes, audios y videos de venezolanos despotricando de su modelo político con entrevistas a migrantes en ciudades colombianas para insistir en la mala situación económica y social fueron el pan de cada día en los medios y en las redes sociales.
La “paranoia venezolana” fue un éxito. La cotidianidad de municipios y ciudades de Colombia se interrumpía con la llegada de familias migrantes que se sumaban a los cordones de indigencia y compitiendo por trabajos mal remunerados. Esta imagen reforzó el miedo sobre las propuestas de Gustavo Petro. Desde la misma campaña de Iván Duque, si bien no aceptó —no negó la estrategia—, pero sí hacía guiños a la misma con cuñas publicitarias, vallas y un discurso que insistía, por ejemplo, que la propuesta de La Colombia Humana podía convertirse en expropiaciones sobre el bien privado (como sucedió en Venezuela en los comienzos de la dictadura de Hugo Chávez).
Este miedo colectivo se sumaba a otro: la aceptación social de un candidato de izquierda. El estigma de “guerrillero” que rodea a Gustavo Petro es una carga negativa difícil de superar. De hecho, la historia del conflicto armado está llena de odios y resentimientos que terminan negándole la posibilidad política a muchos líderes que han surgido en medio de esa guerra. Se desconoce o no se quiere reconocer que el grupo guerrillero M-19, en donde militó Gustavo Petro como ideólogo, se desmovilizó hace casi tres décadas y sus integrantes hacen parte de la realidad política del país, incluso algunos como miembros del Centro Democrático, y con aportes importantes a la constituyente de 1991.
El prejuicio social sobre la izquierda colombiana, se reforzó alrededor del proceso de Paz con el grupo guerrillero de las Farc. Las imágenes de un grupo que desde hace décadas habían perdido su legitimidad social, por sus actos violentos hacia la población civil, y su relación con el narcotráfico, terminaron instrumentándose negativamente hacia la candidatura de Gustavo Petro.
Estos factores fueron determinantes para que una gran mayoría de la población votara por Iván Duque, por miedo al cambio, ya que la paranoia venezolana y los prejuicios sobre la izquierda impidieron una transición para el país. Este miedo al cambio no permitió, entre otras cosas, hacerle el quite a la corrupción y al sistema clientelista de Colombia. “Los mismos con las mismas”, conservadores, liberales, partido de la U, políticos herederos de la parapolítica, entre otros, se arrinconaron bajo la candidatura del uribismo en la segunda vuelta presidencial, con toda la maquinaria aceitada, para mantener el poder económico y político en Colombia.
