"Muéstrate a ti mismo tu más profundo miedo; después de eso, el miedo ya no tiene poder. Eres libre"—Jim Morrison.
En lo que va corrido de este año se han celebrado sendas jornadas electorales que incluían las votaciones para consultas interpartidistas, Congreso de la República, primera vuelta para la carrera presidencial y ad portas de la segunda ronda, en medio de una estela de sangre que ha llevado a que solo en este violento 2018 electoral, las fuerzas oscuras de este país, después de los postacuerdos de paz y entre las conversaciones con el Eln, hayan asesinado a más de 98 líderes sociales.
Desde noviembre de 2016 a mayo de 2018, 80 excombatientes de las Farc o sus familiares han sido eliminados, según el informe Todos los nombres, todos los rostros; por su parte, para el Observatorio de Violencia Política de la Fundación Paz y Reconciliación, van 43 casos de homicidios contra exintegrantes de Farc y 12 contra sus familiares.
En mayo, mes de la primera ronda de la elección presidencial han matado a 18 líderes sociales, 75% de ellos eran miembros de organizaciones campesinas, juntas de acción comunal o de minorías étnicas, en territorios donde se manifiesta que hay expansión de bandas criminales y neoparamilitares, aumento del narcotráfico y de la minería ilegal, problemas en la implementación de los acuerdos de paz, y retoma del territorio por nuevos actores armados de zonas de presencia de las Farc.
En un informe anterior a los de Indepaz (1) y el de Paz y Reconciliación (2), entre otros autores, la Defensoría del Pueblo afirmó que 282 líderes sociales y defensores de derechos humanos habrían sido asesinados entre el 1 de febrero de 2016 y el 27 de febrero de 2018. Cifras alarmantes que nos dan a entender la paz que quieren los que Otto Morales Benítez alguna vez llamó los enemigos agazapados de la paz.
Antioquia siempre aparece en estas lamentables cifras, allí según la Defensoría del Pueblo han asesinado 38 líderes y, según el informe de Indepaz, 17 exintegrantes de las Farc. En Cauca, por ejemplo, fueron 8 de estos mismos, y 75 líderes sociales. En Nariño fueron 15 defensores de derechos humanos o líderes sociales y 16 exmiembros de las Farc.
En el marco de la polarización política actual, aunque no se podría identificar una tendencia significativa que ameritaría un análisis más amplio, revisando los lugares donde según la Defensoría del Pueblo en el lapso entre 2016 y 2018, se evidenciaron ataques contra líderes sociales, defensores de derechos humanos y muertes violentas de desmovilizados o familiares de las Farc, ante los triunfos de un sector u otro de los enfrentados, que pasaron la primera vuelta presidencial. Vale la pena anotar que de los 26 departamentos con hostigamientos y hechos de sangre, en 17 de estos venció el Centro Democrático y en los otros 9, fue primero o segundo la Coalición Colombia Humana - Mais - Fuerza Ciudadana.
Desde esa perspectiva, no se deja atrás que se presenta también un grupo más amplio de 78 municipios con graves problemas de seguridad, en los que según el informe de la Iniciativa Unión Para la Paz (Fund. Paz y Reconciliación Vivamos Humanos y Fondation Franz Weber) también habrían zonas con cinturones de economías ilegales y anarquía criminal, repito frente a disputas territoriales de actores ilegales para copar los lugares dejados por las Farc, que corresponderían a corredores del pacífico Nariñense y Caucano, Bajo Cauca Antioqueño y Nordeste de Antioquia, Sur del Meta y Guaviare y Catatumbo; parajes que coincidirían, en mayor proporción, con la violencia que revictimiza a líderes sociales y defensores de derechos humanos. La pregunta acá sería si también ¿incidiría esto en los resultados electorales de 2018 en la contienda presidencial?
A pesar de todo lo anterior, es necesario subrayar que esta fue la primera elección presidencial en paz romana, sin violencia ni hostigamientos, con tranquilidad, después del fin del conflicto, los acuerdos de paz y la transición al posconflicto. En esta coyuntura crítica de la segunda vuelta presidencial, la invitación es a que no nos dejemos arrebatar la esperanza. Ojalá la ciudadanía despierte, se una, rompa el silencio y el miedo, piense en el futuro, tome una posición concreta mayoritaria, le apueste a la vida y le dé una nueva oportunidad a la paz. Remember, el futuro nos pertenece. Juntos podemos cambiar al país.
(1) Todos los nombres, todos los rostros: informe de derechos humanos sobre la situación de líderes, lideresas y defensores de derechos humanos en los territorios. Indepaz – Marcha Patriótica y Cumbre Agraria. 2018
(2) Informe 18 meses después cómo va la paz. 2018. Fundación Paz y Reconciliación
