Midiendo el pulso

Midiendo el pulso

En los ocho meses del gobierno Duque, varios sectores han venido tanteando cómo será la cosa. Por ahora, muchos concluyen que el presidente improvisa, ¿se mantendrá así?

Por: Iván Antonio Jurado Cortés
abril 08, 2019
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
Midiendo el pulso
Foto: Twitter @IvanDuque

Solo el paso de los días irá despejando dudas y dando forma a los problemas que Colombia se ha ganado por la improvisación de un gobierno, pese a la permanente resistencia de una gran parte de la ciudadanía que ha mirado con preocupación algunas determinaciones de parte del jefe de Estado. El tiempo va concretando posturas que en su inicio eran bastante discutidas y que luego han ido tomando su lugar.

Los recientes hechos vienen midiendo el pulso del gobernante nacional, quien al parecer no ha asumido la responsabilidad que tiene frente a un país bastante complejo, más en una época coyuntural donde la gente está a la expectativa del proceder del ejecutivo. Es así como la presión de quienes exigen acciones frente a ciertos temas espinosos viene causando fatiga al gobierno que muchas veces lleva al atolondramiento y por ende a tomar decisiones erróneas que le cuestan la rebeldía de la sociedad.

Las objeciones a la Justicia Especial para la Paz, el polémico Plan Nacional de Desarrollo, la minga indígena, intromisión en Venezuela y el fiasco internacional son algunos de los asuntos que han probado en el mandatario la falta de capacidad para gobernar, dejando muchas dudas incluso en la ciudadanía que ayudó a convertirlo en presidente de Colombia. Desde los distintos sectores se le viene midiendo el pulso a Iván Duque. Muchos concluyen que el presidente improvisa en temas estructurales, cuyas consecuencias podrían ser fatales para la estabilidad nacional.

Han pasado 8 meses desde su posesión, es hora y con justa razón para que se muestre como el ejecutivo que se promulgó cuando era candidato. Se ha notado mucha contrariedad en él mismo. Varios compromisos de campaña se han ido al carajo, dejando a la deriva una expectativa enrolada en el típico folclorismo de quienes piensan en lo divino de la política-electoral. Aún existen electores que saborean el efímero triunfo de un partido.

Los retos que ha tenido que lidiar este gobierno son tremendos. De las decisiones que se tomen depende el éxito o fracaso de las propuestas que sonaron como una fuente de salvación de la patria. Siempre se dijo que el castrochavismo se tomaría a Colombia si la gente votaba por un aspirante contrario. Según el jefe natural del Centro Democrático, votar por la izquierda era apostarle a un comunismo absurdo que no dejaría sino destrucción en la sociedad.

La oscuridad se está esfumando y con ella llegando la claridad, esa que permite mirar perfectamente las equivocaciones de los electores. Hoy muchos ciudadanos se lamentan de un error que tranquilamente pudo haber sido corregido sino fuera por los impulsos fanáticos del momento. Muy bien dicen que cuando se nos mete la mano al dril, es cuando brincamos. La ola de impuestos plasmada en el plan de desarrollo empieza a estremecer y aterrizar a quienes aún no asimilan el desastre que se aproxima.

El pulso al gobierno se ha medido en otros escenarios como el de las relaciones internacionales, dejándolo perdedor. El regaño de Tío Sam por aumento en la producción de cocaína y la advertencia de Rusia, resumen el fracaso de las relaciones exteriores. Es obvio que los bolivarianos están pasando problemas por el brutal bloqueo de los gringos, y no como lo intentan demostrar los medios privados de comunicación, que es por desgobierno de Maduro. Es una realidad que pronto otro capitán pondrá a los políticos colombianos en su lugar, de donde nunca debieron moverse.

La minga indígena fue otro suceso que deja al descubierto el abandono del gobernante por su propia colectividad, se lo ha podido detectar a través de su jefe irrefutable, quien deja entrever la irritación por los acuerdos pactados con los caucanos. Al parecer el presidente no acató sus órdenes. De esta manera, será demasiado difícil que el actual gobernante pueda ganarles el pulso a los subsiguientes problemas. Está cantado que este año será difícil para Iván Duque, sino toma su propia línea. Serán las circunstancias las que brinden el sendero de avance o retroceso, como lo que hasta la fecha se ha observado.

Lo normal fuera que el pulso debiera estar controlado por el jefe de Estado, hecho que no se nota, por lo que aumenta el riesgo de que el país siga controlado desde el lado oscuro, ese que Colombia quiere dejar atrás. La preocupación de la ciudadanía es normal en el sentido de que no se avizora a la distancia un ambiente favorable en los asuntos de mayor relevancia.

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