La Registraduría fijó, mediante Resolución 4369 del 18 de mayo pasado, el domingo 28 de noviembre del año en curso como fecha de realización de la primera elección de los consejos municipales y locales de juventud a lo largo y ancho de toda Colombia.
Para ese mismísimo domingo el Ministerio del Interior, a través de la Resolución 1513 del 22 de septiembre de este año, estableció la elección de los dignatarios de las juntas de acción comunal y de viviendas comunitarias.
O sea que este venidero 28N hay un inédito doblete microelectoral. Si no lo suspenden a última hora por otro pico del covid-19.
Califico estos procesos con el prefijo micro porque les cae como anillo al dedo. Las juntas de acción comunal son como miniclubes privados sin presupuesto oficial: la mayoría solventa sus gastos con chichiguas.
Por esto muy poca gente participa en ellas y solo se activan con los tejemanejes políticos previos a las macroelecciones nacionales o regionales.
En el caso de las justas juveniles, su incidencia concreta se augura minúscula porque es mayúsculo el desprecio del actual gobierno hacia los jóvenes: más de 60 muertos e innumerables heridos en las masivas protestas opositoras de este año.
Es así que el boicot a estos eventos se da por inercia, puesto que la mayoría de los convocados no votará por la sencilla y poderosa razón de que esas microelecciones no motivan ni deciden mayor cosa.
Obvio que serán muy publicitadas por los medios en sus cada vez menos vistas emisiones televisivas y en sus cada vez más devueltos diarios físicos a la bodega.
Veamos bases legales. Los consejos juveniles fueron establecidos por la Ley Estatutaria 1885 de 2018, y tienen como funciones dialogar, proponer, establecer estrategias, participar, presentar, presentar, dinamizar, adoptar, etc.
Las JAC tienen sus funciones en la Ley 743 de 2002: promover, crear, planificar, generar, desarrollar, preservar, divulgar, procurar, facilitar... Mejor dicho, puros verbos muertos en un 99% al contrastarlos con el vivo y sustantivo desolador panorama en lo que respecta a su repercusión en la participación política, cívica y comunitaria a la que se refiere el numeral 5 del artículo 95 de nuestra Constitución Política.
En las JAC pueden participar, en teoría, mayores de 14 años. Yo nunca vi menores de edad en las reuniones a las que asistí. Lo digo porque fui, durante un año largo, vicepresidente de la acción comunal del barrio Lucero, de Barranquilla.
De paso, te puedo jurar que en Mocanápolis los miembros activos de una JAC solamente lo son el presidente, el vice, el secre y pare de contar. Los demás directivos se abren del parche a la hora de colaborar, por regla general.
En los comités juveniles pueden participar personas de 14 a 28 años, rango en que se encuentra la mayoría de los protestantes en las marchas de las pasadas jornadas de paro nacional, que en algunas grandes ciudades lograron marcar el récord de dos largos meses de duración continua.
Del total de miembros integrantes de los consejos de juventud, el 40 % será elegido por listas presentadas por jóvenes independientes, el 30 % por postulados de organizaciones juveniles y el 30 % restante por partidos o movimientos políticos.
¡Huy, chuchi!, el 60 % será elegido por la derecha, y los despreciados independientes serán el minoritario 40 %. ¡Ojo, muchachonas y muchachones metidos al berenjenal! Miren bien que el cargo de jurado en las elecciones juveniles es de forzosa aceptación.
Si tuviste la tremenda desgracia de ser señalado como tal por la Registraduría, deberás permanecer anclado al puesto desde las 7.30 de la mañana hasta terminado el conteo, allá hasta entrada la noche.
Llévate algo para almorzar, porque dan un frío emparedado con un agrio jugo barato. El arcaico esquema de todo-el-día-viéndonos-las-caras-entre-extraños me parece muy aburrido y antitécnico. Para estos comicios y todos los otros.
Un rápido desarrollo podría hacerse por manzanas o grupos menores de estas, en solo medio día. Pero ¡recórcholis!, esto sería alborotar el avispero: implicaría un reconocimiento a la idea de oficializar unidades vecinales en nuestros barrios y veredas.
El escritor Ítalo Calvino plantea en su libro La jornada de un escrutador que para montar un simple puesto de votación solo son necesarios los jurados, una mesa, sillas, la urna, una caja de cartón a modo de cubículo, las tarjetas electorales y hojas de control. En cuanto al padrón o listado de votantes potenciales, quienes mejor saben quiénes viven en el vecindario que sus mismos vecinos: no habrá zombies levantándose de sus tumbas y votando.
Los que bailan en un solo pie son los contratistas que organizan la logística de las elecciones juveniles, a los cuales la Registraduría les deberá girar jugosas consignaciones. Para el caso del microproceso comunal, los costos oficiales implican un rubro menor.
Que las JAC se las compongan como puedan. Quizás sirvan las migajas que los politiqueros les dan a sus compravotos, corbatas y calanchines metidos al cuento comunal.
Para este fin de mes la suerte está echada. Días previos al 28N, como dije antes, nos bombardearán los medios que ya sabemos de sobra. ¿Y los mass media alternativos? Pues claro, clarín y clarinete que también prenderán castillos pirotécnicos sobre el caso que nos ocupa: visualizaremos videos crítico-humorísticos y leeremos columnas, notas, crónicas, gacetillas o apuntes que serán punzantes, certeros, originales y motivantes.
Sí, este 28N motivémonos en todos los vecindarios a impulsar acciones paralelas. Un picotazo, por decir algo: poner música social a todo timbal en equipos de sonido desde la mañana y hasta que el sol caiga.
O, si te parece, desde ya los jóvenes pueden elegir a sus líderes vecinales en asambleas manzaneras realizadas en esquinas surestes de nuestros cuadriláteros bloques de viviendas. Y las mujeres. Y los veteranos. Y Raimundo y todo el mundo.
Y ocupar esquinas, terrazas, plazuelas o parques. Por nuestra cuenta y riesgo. Así se cumpliría la sabia sentencia de Jorge Eliécer Gaitán: el pueblo es superior a sus dirigentes.