Mi voto en las elecciones del próximo 25 de octubre, será por Sucre, mi departamento, localizado en la zona norte de Colombia, Montes de María, Región Caribe, en cuyo territorio ejercen dominio absoluto, más que las guerrillas y bandas criminales, consolidados clanes familiares y políticos que detentan y disponen en su provecho particular de las rentas y la administración pública en todas sus instancias, del territorio y de la representación política mediante el clientelismo, la corrupción y el voto coaccionado.
Por Sucre, para abrir la trocha que conduzca a la liberación de un territorio cooptado por la corrupción, el clientelismo y la burocracia incompetente y mediocre, que han impuesto esos clanes familiares y políticos que se tomaron este departamento hace cincuenta años y en el cual han ejercido señorío humillante y de absoluto sometimiento a sus intereses.
Por Sucre, para promover su desarrollo y progreso humano, económico y social, desde un realista y efectivo Plan de Desarrollo que sea capaz de transformar las dinámicas socioeconómicas, de infraestructura, empleo y educación, en un territorio excluido hasta el exceso de estos componentes por la pésima, corrupta y nula gestión de quienes en él han detentado gobierno y poder para su provecho personal y familiar.
Por Sucre, para implementar y desarrollar una estrategia de crecimiento económico soportada en la agricultura, agua y riego, y el empleo, insumos que devendrán en seguridad alimentaria, desarrollo agroindustrial, generación efectiva de fuentes de trabajo y crecimiento económico.
Para soñar despiertos el Sucre que merecemos los sucreños, el agua es clave.
Por tanto la subregión Sabanas, epicentro en el que convergen mayormente las dinámicas sociales, económicas y humanas de Sucre, tiene que ser irrigada abundantemente con este recurso, tanto para su uso humano permanente como para el productivo de agricultura y ganadería.
Siendo como en efecto es, una brecha protuberante que la corrupción y apropiación delictiva de las rentas y los dineros públicos agranda y abulta cada vez más, la desigualdad económica predominante en su población tiene que ser intervenida con políticas efectivas de empleo, derivado este de las dinámicas productivas que tienen que imponerse conjuntando recursos, proyectos y compromisos, entre el gobierno nacional y el regional.
Ese festín trágico contra Sucre, contra su integridad humana y moral, contra su identidad, debe cesar; es tiempo ya de iniciar la avanzada de punto final al poder monopólico de los clanes familiares y políticos que lo mantienen, reproducen y apropian en su exclusivo y criminal provecho.
Igual que la educación pública debe promoverse y fortalecerse como herramienta básica y de excelente calidad para la transformación de Sucre, nuestra Universidad no puede seguir siendo cuota burocrática de la parapolítica y el clientelismo.
Ni sus matriculas más costosas que las de la universidad privada. Ni deficiente y carente de recursos y apoyo efectivo y permanente la investigación científica y social.
Mi voto es por Sucre, por Edgar Martínez Romero, Gobernador 2016– 2019, porque promueve un pacto soportado en principios y valores éticos, en el que las comunidades, el ciudadano, los sucreños, son los destinatarios visibles y gestores de ese desarrollo y crecimiento posible que, en cincuenta años, les han negado los amos y señores de los clanes familiares y políticos que alambraron a Sucre como un potrero más de sus haciendas.
¡Voto por Sucre!
Poeta
@CristoGarciaTap
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