La religión de la igualdad, de la liberación, del amor por los pobres, la que busca la paz y la justicia social, predicada por Jesús y de la que me confieso seguidor, no me permite votar por Rodolfo Hernández.
En días pasados, en una entrevista dada en Caracol Radio, el hoy candidato a la presidencia de Colombia Rodolfo Hernández dijo: “El ideal sería que las mujeres se dedicaran a la crianza de los hijos, pero como tienen a toda la ciudadanía arruinada, la mujer le tocó ponerse
a trabajar para aportar y complementar a los gastos de la casa. Esa es la verdad”.
Se pudiera interpretar que, según lo dicho, el lugar de la mujer está definido y limitado a los quehaceres hogareños. Para el candidato este sería el ideal de las mujeres: ser mamás, dedicarse a la crianza de los hijos y no trabajar fuera de casa.
Desde su perspectiva, la mujer no sale a trabajar porque quiere hacerlo, porque se preparó para hacerlo, y entre líneas se pudiera leer que la única motivación que tendría la mujer para trabajar es el aporte económico que llevaría a casa; como quien dice: la cocina debería ser tu verdadera oficina, la casa tu única pasión.
El evangelio de Jesús afortunadamente presenta otros ideales de y para las mujeres; no impuestos ni reduccionistas, todo lo contrario: ideales de liberación y valorizados. En una ocasión Jesús visitó a una familia compuesta por un hombre llamado Lázaro y dos hermanas mujeres llamadas Martha y María. Martha sin duda sería del gusto total del ingeniero Hernández, ella está en la cocina, ocupada en las cosas de la casa, y sobretodo preocupada en atender al hombre de la mejor manera.
A ella también le tocó ponerse a trabajar dentro de su casa para cumplir con las expectativas sociales y culturales de su tiempo. Contrario a ese ideal de vida, repito: deseado por el candidato presidencial, se encontraba María. Esta mujer sale del oikos, de las cosas del hogar exclusivas para las mujeres, y se sienta a los pies a los de Jesús para escucharlo.
Estos datos que nos da el evangelio no son para nada prosaicos si tenemos en cuenta que: primero, María ha tomado el lugar de discípulo al estar a los pies del maestro; algo exclusivo para los varones. Segundo, Martha levanta la voz, repito: voz también del ingeniero Hernández, para llamar a Jesús al orden.
Le dijo: “no te importa que mi hermana me deje servir sola, dile que venga a ayudarme”. En otras palabras, recuérdale su lugar, o para contextualizar un poco este asunto: señálele el ideal de ser mujer.
Jesús, como nos lo enseña el evangelio, no se mueve ni un milímetro a semejantes pretensiones de Martha. Al contrario, afirma la libertad y el ideal de vida que María escogió, cuando voltea a decirle: “Marta, Marta, andas angustiada y preocupada por muchas cosas. Sin embargo, una sola es necesaria. María ha elegido la mejor parte y nadie se la arrebatará”.
Parafraseo: María ha escogido su ideal de vida, ser mi discípula, salir del oikos –de la cocina– y eso nadie se lo quitará.
Esta religión de Jesús que nos iguala a hombres y a mujeres, que nos libera de patrones culturales nocivos y degradantes. La religión que le dice a las mujeres que quieren estar afuera de la casa por vocación: es tu lugar y no se te tiene por qué quitar.
Esa religión no me
permite votar por el ingeniero Rodolfo Hernández.