Aunque parezca una locura, hay colombianos viviendo en el exterior que desean volver a Colombia a trabajar y aportar con su trabajo y experiencia al cambio que nuestra sociedad necesita urgentemente para mejorar este país consagrado al sagrado corazón. Como las generalizaciones suelen estar sesgadas, me voy a limitar a contarles solo acerca de mi caso. Cualquier parecido con la vida real será pura coincidencia.
Nací y crecí en el barrio Kennedy, uno de los barrios obreros de Bucaramanga. Con la verraquera que nos caracteriza a los santandereanos saqué mis estudios universitarios adelante. Sí, con verraquera, trabajando de jueves a sábado como mesero en eventos como bodas, bautizos etc. Al final, después de 7 años, obtuve mi título de biólogo y aquí es donde empieza la historia.
Por el 2006, la oferta de trabajo en biología era muy escasa, así que tuve que continuar trabajando de mesero hasta que me dejé de engañar a mí mismo y me dije: "Alex, tienes que irte de Colombia, aquí no hay oportunidades para científicos, tal vez si le agregamos una maestría y, por qué no, un doctorado a mi hoja de vida la cosa cambie".
Endeudándome con amigos y familiares tomé rumbo a España, donde también de forma verraca logré obtener 2 títulos de maestría y un doctorado en Biología Molecular. He trabajado como posdoctor en varios países europeos como Bélgica, en la Universidad Libre de Bruselas, y en la República Checa, en el CEITEC. Actualmente vivo y trabajo en Alemania.
Pareciera que tengo todo lo que un Biólogo anhelaría: títulos y experiencia de investigación internacional, pero resulta que mi verdadera vocación es la enseñanza y la verdad es que llevo casi dos años tratando de buscar una plaza de profesor en la universidad pública de Colombia. He aplicado a varios concurso docentes, de los cuales siempre quedo eliminado por las siguientes razones:
1) No tener experiencia docente.
2) No tener los títulos extranjeros legalizados en Colombia.
Como científico solo veo soluciones ante los problemas, por lo que después de mucho pensarlo me dije: "Alex, no apliques a posiciones permanentes, busca la experiencia docente que te piden y luego aplica a tu objetivo (posición permanente)". Qué sorpresa me llevé cuando empecé a aplicar a concursos de profesores cátedra donde en su mayoría no se pide experiencia docente. En la UIS, por ejemplo, he sacado el más alto puntaje para los dos concursos (cátedra Microbiología y cátedra de Biología Molecular) en los que me presenté en el 2018, lo cual quiere decir que ingresé al banco de elegibles de profesores cátedra de la UIS.
Sin embargo, lo más llamativo es que después de casi un año de haber entrado al banco de elegibles, donde claramente estoy sobrecualificado, ni siquiera me han llamado. Le escribí a la universidad para preguntar por los estatutos o la normativa de cómo se escoge al profesor cátedra que dará la asignatura de entre todos los profesores del banco de elegibles (yo pensé que era por el puntaje obtenido en el concurso docente) y me han respondido que es el director de escuela el que elige al profesor que va a dirigir la asignatura.
Entonces yo empiezo a preguntarme: ¿para qué se asignan puntajes a los docentes si luego ese no es el criterio para seleccionarlos? También empiezo a recordar cómo en la escuela de biología, cuando yo era estudiante, veía cómo las parejas de más del 60% de los profesores eran estudiantes activos. No estoy acusando a nadie de nada, no se me pasará por la mente nunca que al final es la rosca la forma en que se escogen profesores cátedra y no los méritos y el puntaje obtenido en el concurso.
Bueno, no tengo más que comentarles, solo que ya me inscribí para el concurso cátedra docente del 2019. Vamos a ver si por fin me llaman a dar al menos una asignatura de Biología o Biociencias, y así empezar a adquirir la experiencia docente que tanto reclaman a los profesionales con PhD, pero que al intentar obtenerla por medio de un puesto de profesor cátedra se hace tan difícil y complicado.
