Como una gran cantidad de colombianos, no soy abogada ni pretendo serlo, por eso creo que muchos comparten mi preocupación sobre las últimas declaraciones tanto del expresidente Gaviria como del presidente Santos. Por ello mi súplica: a mí que me expliquen. Primero sale el expresidente con una propuesta que muchísimos alaban, "Justicia Transicional para todos", militares, guerrilleros, paras, y empresarios que estuvieron vinculados con hechos asociados al conflicto, para no entrar en detalles que puedan malinterpretarse. Inmediatamente después el presidente Santos afirma que apoya la idea de Gaviria pero que eso no significa amnistía para todos. La confusión aumenta cuando abogados tan respetables como Rodrigo Uprimny y César Rodríguez, de DeJusticia, salen a exponer en sus columnas sus reservas sobre la propuesta Gaviria.
A todas las dudas señaladas, se agrega una pregunta desde la perspectiva de una economista: ¿qué va a pasar con los actores de la paraeconomía que siguen tan campantes y que solo unos pocos, con vínculos claros con la política, han salido a la luz pública? Nada o muy poco se sabe sobre este doloroso y vergonzoso capítulo de este conflicto armado que está en una senda positiva. Se sabe que mucha tierra –cuya concentración aumentó desde los altísimos niveles históricos, 0,85 hasta llegar en el 2006 a un Gini de 0,88–, pasó a manos de muchos individuos del sector privado como consecuencia del desplazamiento ocasionado por la acción de actores de la guerra, especialmente paramilitares. ¿Será que en aras de la paz, ese oscuro capítulo quedará en el mundo de lo desconocido, gracias a la propuesta del expresidente que les cayó como anillo al dedo a aquellos que tienen rabo de paja?
Los militares de los falsos positivos han estado y seguirán estando en la mira, lo mismo que los paras y guerrilleros estudiados por las múltiples comisiones de expertos colombianos y extranjeros. Aunque para el común de los colombianos estamos lejos de la verdad, la justicia y la reparación de todas las víctimas, por lo menos se tiene la esperanza de que vamos en la dirección correcta. No sucede lo mismo con los culpables de la paraeconomía, es decir con aquellos que se enriquecieron corriendo cercas –práctica conocida desde hace décadas–, que financiaron a los paramilitares ante 'la ausencia del Estado' y que, una vez eran evidentes sus crímenes, no rompieron esos lazos perversos.
Es común el cuento de que esa añorada paz nos va a costar a todos, entre otros temas, tragarnos muchos sapos. Eso es verdad, pero de nuevo en esta sociedad tan clasista, ¿quedarán unos actores de la guerra libres de todo pecado, inclusive de que le cuenten la verdad al país? Esto es muy grave porque muchos de los representantes de la paraeconomía siguen mandando en las regiones. Son, como dice Gustavo Duncan, Señores de la Tierra, y por consiguiente sería imperdonable que, de nuevo, se salvaran hasta de lo mínimo: de contar lo que hicieron y de la subsecuente sanción social del resto del país.
Es fundamental entonces que nos expliquen: ¿habrá o no habrá amnistía general?; ¿se cumplirá la mínima regla de equidad en el tratamiento de los diferentes actores? O, por el contrario –y siguiendo la horrible tendencia en este país–, los poderosos pasarán impunemente por este conflicto armado y nada los obligará a cambiar sus relaciones malévolas y su capacidad de beneficiarse pasándose por la faja la justicia, para no hablar de la reparación a las víctimas que no debe estar dentro de sus presupuestos.
La palabra la tiene el presidente Santos y el coro de ángeles que apoya la propuesta de Gaviria. A lo mejor los que tenemos preocupaciones estamos equivocados pero, por favor, que nos aclaren. Es lo mínimo.
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