Ha pasado casi un año sin saber el destino de los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala, estado Guerrero, en México, y todo indica que fueron asesinados por narcotraficantes del cartel Guerreros unidos, después de ser detenidos por policías y de que sus cuerpos hayan sido arrojados a un basurero tras ser incinerados. Sin embargo, sus familiares se niegan a aceptar esta versión de los hechos y aún están a las espera de saber qué fue lo que ocurrió con sus hijos, por qué y dónde se encuentran, ya que algunos aún guardan la ilusión de encontrarlos con vida, escondidos en algún lugar. Sumidos en la desesperación, pero sin perder la fe, exigen que se reabra el caso, que se llegue a la verdad y que se castigue a los culpables.
El caso que en los primeros meses causó gran revuelo ha ido quedando en el olvido. Hubo promesas por parte del presidente Enrique Peña Nieto; sin embargo, parece por la falta de resultados que el gobierno mexicano no ha hecho mayor esfuerzo para encontrar a los culpables de la desaparición forzada y para los padres de los alumnos es cada vez más difícil retomar su vida cotidiana. Se sienten como en un limbo, perdidos, esperando que regresen; una señal que alivie la angustia y el dolor que dejó la noche del 26 de septiembre del año pasado.
Provenientes de familias humildes, estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa se trasladaban a la capital mexicana para presenciar un acto de conmemoración por la masacre de Tlatelolco ocurrida en 1968; sin embargo, el entonces alcalde de Iguala, José Luis Abarca, dio la orden a la policía de que fueran detenidos para evitar que interrumpieran un acto de su esposa, María de los Ángeles Pineda villa. Después habrían sido entregados a los miembros del cartel. Ambos han sido procesados como autores del crimen y, actualmente, se encuentran detenidos. Esa fue la última vez que se vio a los jóvenes. Se dijo que por invadir territorios que no les pertenencian los mataron a sangre fría. El 7 de noviembre tres sicarios se declararon culpables del crimen y confesaron que los jóvenes estudiantes fueron asesinados, quemados y enterrados.
Sin saber qué les espera continúan las familias, quienes dudan de esta versión, y se niegan a aceptar que la vida de sus hijos fue arrebatada tan injustamente. Exigen que les devuelvan a sus hijos y familiares con vida, pero en un México azotado por la violencia, el narcotráfico, las bandas criminales y la corrupción por estos días el tema de moda es 'el Chapo' Guzmán', el jefe del cartel de Sinaloa.
Mientras los tumultos de gente que acompañaban en las marchas para reclamar por la vida de los estudiantes han desaparecido, los padres, hermanos, tíos, abuelos y amigos siguen luchando, buscando y exigiendo justicia. Quizás pasen los años y las voces se vayan apagando, los reclamos cada vez sean menos frecuentes, pero siempre habrá algún pariente que se pregunte qué ocurrió esa noche en la que muy probablemente 43 vidas se apagaron para siempre