Describir el mundo desde las cumbres de la crítica y la estética, no es un delito. Pero creerse un experto de opinión para criticarlo todo, debería serlo. Desde hace un tiempo, la democracia y la libertad de expresión se convirtieron en las excusas perfectas para opinar, en realidad denigrar, sobre todo aquello que traspasa las fronteras de lo propio: lo ajeno, raro o diferente.
Ernesto Sabato se refirió a los críticos, en su libro El Túnel, como aquella plaga que nunca pudo entender, y sin ánimo de contradecirlo, con tantos problemas en el mundo, lo último en la inmensa lista de cosas por resolver sería darse a la tarea de comprender a los críticos, aunque en este planeta donde las nalgas, los goles y la ciencia ficción son más importantes que el hambre o la intolerancia, no me sorprendería encontrar personas abrumadas por entender la psiquis de estos.
Para algunos ya me estoy tardando en colocar la definición de crítica según la RAE, para todos ellos la Real Academia define la crítica de la siguiente manera: examen y juicio acerca de alguien o algo y, en particular, que se expresa públicamente sobre un espectáculo, un libro, una obra artística, etc. Según esta definición toda persona tiene una opinión, un juicio o como lo llaman los ingeniosos pedagogos: una "crítica constructiva", aunque de constructiva no tenga mucho y de destructiva tenga bastante.
La opinión es el resultado innegable de siglos de luchas alrededor del mundo, por la libertad de expresión y conciencia. Por lo cual, resulta complejo de entender el goce de las personas al criticar todo aquello que sobrepasa el terreno de los gustos personales; es un ejercicio de convivencia y ciudadanía el aceptar y no denigrar en torno a los gustos o ideas del otro.
Comprender este fenómeno requiere de la exposición de algunos casos de crítica excesiva. Y cito textualmente algunas declaraciones de desconocidos, que no me interesa conocer:
"El regaeton es basura, eso no es música."
"Leer a García Márquez es de gente extraña que aún vive en el boom"
"El cine de Hollywood apesta, el cine arte es...
y bla bla blá."
Aclaro que no estoy promoviendo limitación alguna a la libertad de expresión. Mi crítica, aunque eso me vuelva parte de la plaga, está enfocada hacía todas aquellos eruditos, que cargan la aureola de la sabiduría de manera constante y creen que cada palabra que sale de su boca merece ser esculpidas en piedra, para que sean conservadas por los siglos de los siglos, amén. Ese tipo de personas son las que agotan no solo la paciencia, sino la solidaridad. Tampoco estoy proclamando que se acaben los críticos, a fin de cuentas, que sería del arte sin esos honorables intelectos que nos dicen que está bien o mal, que merece ser visto y que no, que puede ser interpretado y de qué manera hacerlo. Suena difícil de creer, pero en la antigüedad se creía que el mismo autor era el mejor crítico de su obra.
Además, hay lugares donde la crítica se vuelve anhelo, elevando al sujeto a lugares inexplorados por la miseria intelectual, por ejemplo: la universidad. Allí muchos creen ser expertos en artes y técnicas tan distintas que este artículo quedaría corto para nombrarlas todas, pero nombrare algunas: Teoría crítica en torno a los productos culturales de la industria del cine (compran películas independientes "piratas", se creen cinéfilos porque reconocen nombres como Fellini, Godard o Truffaut; aborrecen el cine comercial, pero no se pierden las películas de Premier Caracol. Aún llaman al cine independiente como «cine arte») Etiqueta y relaciones interpersonales con enfoque en persuasión (en primer semestre convencieron al profesor de subirles la nota y desde ahí se autoproclaman con el "don de gentes"), Escritor de artículos irreverentes que a nadie le importan (Yo). Por esto, abordar la naturaleza de la crítica se resume a tener un concepto, y formar un concepto requiere de trabajo, de igual manera se necesitan formar los sentidos para la acepción de cosas distintas a las que estamos acostumbrados. Lo último que puedo concluir es que la crítica de los ciudadanos de cualquier lugar del mundo es la mejor expresión de su educación, libertad y grado de razonamiento.
La crítica no es condena, ni elogio. No es un traste viejo arrumado, ni mucho menos, el afable fervor de ganarse la lotería. La crítica es verdadera cuando debe serlo, no cuando sienten los demás ni uno mismo que lo es. Hay que ser cuidadosos de dejarse agarrar por la crítica y de alejarse demasiado de ella. La crítica puede ser todo o nada, dependiendo del tejido de valores e ideas en el cual se puntee y la aguja con la que se haga. Por último, la vida es arte y:
«En los mejores días del arte no existían los críticos de arte»
Oscar Wilde
@FrancMoralesT