Santiago fue mercenario. Fue sargento en el Ejército de Colombia. Hasta hace unos años estuvo en Afganistán, Yemen y Siria al servicio de militares británicos. Su trabajo era localizar y dar de baja objetivos talibanes. Su último salario fue de USD$10 mil. Dos colombianos más, cuatro británicos, cuatro americanos y un mexicano eran su equipo. Ayudó a capturar a líderes de Al-Queda. Durante los 11 años que duró en el oficio mató decenas de hombres y mujeres que hacían parte de grupos armados como Al-Queda e Isis. Ese era su trabajo.
El sargento tiene 41 años. Entró al mundo de los mercenarios luego de haber salido por la puerta de atrás del Ejército. Le cobraron el error en una operación militar. Le pidieron la baja. Era el año 2005. Un par de años después lo contactó el excapitán Gonzalo Adolfo Guevara, hermano del coronel Julián Guevara, quien en 2006 fue asesinado en cautiverio por las Farc. Guevara y un civil americano, representante de una empresa norteamericana llamada Blackwater, le ofrecieron entrenar exmilitares que se irían para Oriente Medio como escoltas de norteamericanos que trabajaban en los palacios que Estados Unidos ocupó en Irak tras la invasión y la caída de Saddam Hussein.
A Santiago le pagaban $5 millones por entrenar a los futuros mercenarios. Los exmilitares que él entrenaba y que terminaban en Bagdag se ganaban casi el doble. El exsargento pidió uno de los cupos y terminó tres meses después terminó en Oriente Medio como líder de un contingente de colombianos. Le pagaban USD$4.500. Unos 14 millones de pesos colombianos. Los demás soldados bajo su cargo se ganaban mil dólares menos.
Firmó un contrato con Blackwater por un año. Su salario se lo consignaban a una cuenta en el banco Banismo de Panamá. En este país le pagan a la mayoría de militares extranjeros. Estuvo cuatro años. Trabajó en Kirkut, Al Hillah y Bagdad. Su trabajo y la de su equipo fue vigilar y limpiar los puntos estratégicos de Bagdag, donde los seguidores de Hussein armaban barricadas para atacar a los aliados. Trabajó por cuatro años.
Al servicio de Blackwater asesinó a muchas personas. Le pagaban por matar gente. A veces en el cruce de disparos morían niños, mujeres y ancianos. En 2007 la empresa gringa para la que trabajaba fue investigada por violación a los derechos humanos y en 2012 la vetaron para trabajar en seguridad.
El último año como mercenario lo hizo para el gobierno británico en Siria y Yemen para atacar a reductos del Estado Islámico. Se ganaba USD$10 mil. Fue un trabajo sangriento que le dejó una gran cantidad de dinero, pero no satisfacción. Trabajó como mercenario hasta 2016. No está muy orgulloso con lo que hizo por allá, pero le dio buen dinero para vivir sin afanes económicos. Está retirado del negocio en gran apartamento en el Valle del Cauca. Tiene otro en el Eje Cafetero. Anda en un buen carro. Lujos que no habría conseguido trabajando como militar en Colombia.