Dice Stephen Hawking en su obra A Brief History of Time: From the Big Bang to Black Holes que si se hallara la manera de entrar en un agujero negro se llegaría a otro sitio, aunque no se podría volver. Pasar del sentido literal al metafórico se produce a través de túneles mentales que comunican dimensiones diferentes. Por consiguiente existen personas que se quedan en el sentido metafórico, o en el literal. Lo difícil es viajar del uno al otro sin perder los átomos ni la razón. Cuando los analistas financieros aseguran que “los mercados están fuera de control y viviendo cambios estructurales” hablan en sentido metafórico. Los mercados no son autoconscientes, son diabólicos (en el sentido metafórico también), porque para ser autoconsciente y diabólico en el sentido literal hay que tener consciencia (y quizá conciencia).
El meollo del asunto es cuando tratan de vendernos el sentido metafórico por el literal, como cuando atribuyen a los mercados cualidades humanas de la misma manera en la que los Muiscas proyectaban sobre los dioses sus debilidades. Okay, estamos de acuerdo en que los mercados sean dioses (incluso en el sentido literal), pero los enfermos son quienes se pasan la vida poniéndoles el termómetro. Paradójico ¿no? Tomarle la temperatura a los mercados financieros es como tomársela a un tiburón. Ahora bien, mientras atendemos al tiburón metafórico desatendemos al tiburón literal que manipula la bolsa para que suba o baje. Es triste, pero es así.
El biyuyo o dinero se la pasará toda esta vida, y quizá la que siga, viajando a través de agujeros negros. Entra por aquí en forma de dólares y sale por allí en forma de ley o de privatización. Ni la física, ni la economía han encontrado una explicación razonable a las divisas paralelas. Stephen Hawking dice que a él, por ahora, no se le ocurriría introducirse en un black hole. A nosotros menos, bastante tenemos con que nos hagan pasar por la línea de la literalidad o del sentido metafórico, que es como escribir cuando no se sabe leer.