Muy saludable y acertada la visita de Gustavo Petro al papa Francisco. Que lo haya recibido denota la importancia y el reconocimiento que el candidato del Pacto Histórico ha logrado en el ámbito internacional, como se ha visto en otros países y por parte de otras personalidades. Demuestra ya su talla de estadista y es una muestra de cómo va a conducir las relaciones internacionales, que con el actual desgobierno han sido un absoluto fiasco.
Claro que desde la hipocresía del subpresidente, su canciller y su embajador en El Vaticano se ha querido minimizar el significado e impacto de la visita, diciendo que este último la ayudó a gestionar y que es parte de una agenda del pontífice en la que va a recibir a todos los candidatos.
Mentiras, envidia, pataleo de ahogados, reacción tardía. Sienten miedo y pasos de animal grande de quien, por la claridad en la presentación de sus apuestas programáticas, la inteligencia con la que ha encarado a sus contradictores (más que nada enemigos), el respaldo multitudinario en las plazas públicas y lo que muestran las encuestas, cada vez más les toma más ventaja. Como se dice popularmente, están con los nervios de punta y tomando valeriana.
El papa sabe a quién recibe y por qué lo recibe; no hay duda de que comparte sus propuestas: la consolidación de la paz, la lucha contra la pobreza, la reducción de la desigualdad, el derecho a la salud y a una educación pública gratuita y de calidad, el cambio climático, la renovación en el uso de energías, que hacen parte también de su agenda como líder de la iglesia católica.
No hayan cómo enfrentarlo y con su pobreza argumental no acuden más que a argucias para denigrarlo, enlodar su nombre y generar miedo en los electores, como con aquello de la caída de los precios de los bonos de Ecopetrol o de la llamada cláusula Petro denunciada por el columnista Ramiro Bejarano en El Espectador.
Seguro que los (as) electores (as) esta vez no van a comer cuento ni a dejarse intimidar; están convencidos (as) de que llegó por fin la hora del cambio y que ni con engaños ni con violencia van a lograr torcer el cuello de este momento histórico.
La gota rebozó la copa con la mediocridad, el talante autoritario y las cifras deleznables de esta pesadilla de gobierno que termina: más pobreza, desempleo, mayor costo de vida, hambre y una inusitada escalada de violencia reafirman la necesidad de pasar la página y darnos la oportunidad de bajar del pedestal a quienes por más de doscientos años han tenido y usufructuado a su antojo el poder.
Seguridad, confianza en la posibilidad del triunfo, certeza en la necesidad del cambio y coherencia y compromiso a la hora de votar tanto en marzo en las consultas partidistas y en la elección del nuevo Congreso, como en mayo y junio en las presidenciales, es lo que nos exige el momento.