En esta época de redes sociales somos víctimas constantes de las noticias falsas o fake news. Por lo fácil que es compartir información no solemos hacer la tarea de verificar, cuestionar e indagar si lo que nos comparten o envían es cierto o es producto de desinformación, en muchos casos deliberada y mal intencionada.
Recientemente vi el documental de Netflix titulado El dilema de las redes sociales, una crítica a las grandes empresas de esta industria como Google, Facebook y Twitter porque dejan de un lado la ética con tal de tener retenidos a sus usuarios con la información que publican. Lo más grave es que una de las tesis que plantea el documental es que las redes sociales privilegian y promueven las noticias falsas porque les llega directamente a las emociones de las personas, eso hace que la gente se llene de rabia e indignación y esto garantiza que pasen más tiempo frente a una pantalla. Según un estudio del 2018 del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), las noticias falsas se propagan 6 veces más rápido que las verdaderas. Manipulación pura.
Es una práctica que se ha vuelto recurrente en varios políticos, no les importa decir mentiras con tal de defender una posición o ganar adeptos. Donald Trump es el máximo exponente de esto, ante tanta mentira sistemática, sin importar que fuera el presidente en ejercicio del país más poderoso del mundo y en plena campaña por su reelección, los medios de comunicación estadounidense Fox News, MSNBC, NBC News y ABC News cortaron su discurso postelectoral. Twitter se vio obligado a poner en los mensajes del actual presidente, una información que daba a entender que lo que Trump decía no era cierto e invitaba a sus seguidores a consultar la información real. Las mentiras son peligrosas, esa práctica llevó a los alemanes a una Segunda Guerra Mundial bajo la premisa de que “una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”, impulsada por Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda de Hitler.
Por la misma razón, recientemente me vi obligado a salirle al paso a una noticia falsa que estaba difundiendo el exconcejal de Jericó Jovany Zapata y el excandidato al Concejo de Jericó Fernando Jaramillo, quien no alcanzó el umbral en las pasadas elecciones del municipio. El primero afirmó —mostrando una foto— que un lago natural había sido secado por las perforaciones de AngloGold en Jericó. El segundo señaló que por las perforaciones de Quebradona los acueductos perdieron caudal. Nada más alejado de la realidad.
Uno, porque hacen ver como de hoy un caso de 2008-2009. Dos, porque efectivamente hubo una queja ambiental ante Corantioquia para que investigara el caso. El resultado de la pesquisa de la autoridad ambiental arrojó que la disminución de los nacimientos de agua estaba relacionado con actividades de ganadería que no respetaron los retiros de las fuentes de agua que especifica la ley (ver resolución de Corantioquia). No se encontró culpable a la empresa minera. El caso fue cerrado. A mi parecer, Zapata y Jaramillo, al mejor estilo de las fake news, pretendían mostrar una verdad con engaños y desinformación.
Ellos tienen todo el derecho a pensar que la minería no tiene cabida en su visión de desarrollo, pero lo mínimo que deben hacer es plantear, de cara a la verdad, argumentos y propuestas. Es ruin tratar de defender una idea acudiendo al desprestigio, al engaño, a la mentira y mucho más de manera deliberada.
Tres lecciones: 1) No hay verdades absolutas. Es importante contrastar versiones, fuentes y no quedarnos con lo primero que nos digan o veamos. 2) Al medioambiente lo debemos respetar todos, no solo la minería, por la sencilla razón de que todos lo impactamos. 3) Reflexionemos más, démonos la oportunidad de parar y pensar; y no lanzar juicios impulsivamente ni desde las emociones, eso les da más altura a debates tan necesarios como estos.