La definición de graffiti, plural de graffio (arañadura, rayado), nos indica que es una forma de comunicación visual, usualmente ilegal, con la utilización no autorizada del espacio público por un individuo o grupo. Aunque la imagen recurrente del graffiti suele ser el símbolo o la frase que identifica a alguna pandilla, pintado en aerosol, y en ocasiones se advierte como conducta antisocial de quien desea llamar la atención, para otros es una forma de expresión artística.
Los orígenes del graffiti nos remontan a ruinas de la antigua Roma y de la ciudad maya de Tikal en Guatemala, a rocas halladas en España que datan del siglo XVI y a iglesias medievales de la campiña inglesa, entre otros.
Durante el siglo XX, tanto en Europa cómo en los Estados Unidos, el graffiti se asociaba con mensajes de las pandillas para identificar o reclamar territorio, para recordar e inmortalizar el amigo fallecido, para jactarse de actos o crímenes cometidos, o para citar a la banda rival a la confrontación, generalmente violenta.
El graffiti alcanza prominencia en las grandes ciudades, en los muros, vallas y vagones del metro y surge un nuevo formato llamado tagging, algo así como etiquetas o marcadores de apodos y señales, utilizando uno o más símbolos de forma repetitiva para marcar territorio y siendo ubicados en lugares estratégicos en los muros de barrios de mucho tráfico.
Pocos años después de la Gran Depresión, la administración del presidente, Franklin Delano Roosevelt convocó artistas para embellecer los muros de los edificios con pinturas alusivas a los trabajadores y muchas de esas obras revelaban el desespero, angustia, indigencia, hambre y miseria de la clase obrera. Otras obras mostraban las penurias de las familias inmigrantes y mujeres y niños durmiendo en los andenes de los puertos. En México vemos los inmensos e innovadores murales de Diego Rivera, orgulloso de no solo exhibir las costumbres de su pueblo, sino también de exponer su pensamiento crítico y revolucionario. Hoy en día muchas comunidades hispanas residentes en ciudades norteamericanas declaran orgullosas como arte urbano sus muros grafiteados.
La cuestión de si el graffiti se considera una forma de arte innovadora ha suscitado no poca discusión. Si a lo anterior le agregamos que más que arte para muchos es simplemente un “aquí y ahora”, oportunidad única para plasmar su protesta, su indignación, su frustración y, por qué no, su sueño, la polémica se torna más acalorada aún.
Para muchos ofrecer su “bendición” a ciertas obras y considerarlas arte, depende totalmente de principios ideales, del “buen gusto”, de la apariencia y de lo que social y moralmente consideran correcto, amén del lucro involucrado en algunos casos. Cualquier expresión contraria a esas condiciones es estigmatizada, produciendo rechazo, burla y menosprecio. Es el perfecto ejemplo, junto con la comparación de la ópera, y la música clásica con la música popular, rancheras, bachata, reggaetón, etc., de la diferencia en la forma de la expresión entre unas clases sociales y otras.
Necesitaremos años de construcción y evolución para entender y aceptar que no todas las expresiones son buenas o malas, que no todo es bello o feo, que podemos convivir en armonía con diferencias de expresión en un mundo donde realmente los que respetamos seamos más que los buenos.
El graffiti de 1958 en los muros de Bogotá: Yankee go home!
El graffiti de hoy en los muros de las redes sociales: ¡Indígenas, al Cauca!
