La pequeña empresa de diseño en donde trabajaba Susana Alvarado cumplía todos los requisitos para ganarse una licitación con el gobierno de seiscientos millones de pesos. Ese día, el último para entregar los papeles, no había en la empresa ninguno de los cinco mensajeros que tenían. Susana tuvo que hace la diligencia ella misma, soportar el imposible tráfico bogotano y ver como en sus narices se le habían cerrado las puertas de la licitación por haber llegado diez minutos tarde.
Cuando Juan David Viscaya y Rafael Socarrás escucharon esa historia en el Startup Weekend del 2013, el curso tecnológico donde, en 54 horas, una persona aprende a montar una empresa, sabían cuál iba a ser la idea que desarrollarían. En menos de tres días habían creado Mensajeros Urbanos la plataforma tecnológica por la cual se podría hacer envíos de paquetes, de documentos y trámites legales en tiempo record y desde un celular.
Al principio no fue fácil. Los 50 mil dólares que les había entregado Wayra apenas les alcanzaba para empezar en mayo del 2013. Ese mes Juan David y Rafael tenían que verse todos los días y a toda horas. Ambos no podían ser más diferentes. Viscaya era un ingeniero industrial recién salido de la Universidad de los Andes cuyo tiempo libre se iba quebrando records en Guitar Hero y pensando en aplicaciones que ayudaran a las personas. Socarrás había salido de Riohacha gracias a una beca que se ganó en Telecom y a otra que obtuvo en la Universidad Militar y que le permitió terminar su carrera de Telecomunicaciones. Frío el uno, bullanguero el otro, formaban un equipo ideal. En ese primer mes en donde hasta tenían que hacer ellos mismos los pedidos que les hacían, hicieron 800 mil pesos. Tres años después Mensajeros Urbanos ya le disputa a Rappi.
El secreto del éxito no ha tenido que ver con la entrega de estos dos emprendedores sino con lo fácil que es usar la aplicación: se entra a la página www.mensajerosurbanos.com se dan los datos básicos: nombre, cuenta de correo y celular y, una vez te haces miembro, la aplicación te arroja un mapa en donde pones la dirección de origen de la encomienda, la que lo recibirá, el tipo de diligencia que es y ahí mismo te sale el valor de la vuelta. Fácil, rápido y práctico.
Si, las cosas han cambiado desde que ambos amigos llevaban las diligencias en sus propios carros. Ahora cuentan con más de 2.000 mensajeros desperdigados por Bogotá, Cali y Barranquilla, las ciudades a donde opera este servicio. Mensajeros Urbanos también ofrece la posibilidad de conseguir un trabajo: en la parte debajo de la página se da click a un enlace que se llama Únete a la red, se baja un formulario y después se envía. Los postulantes, aproximadamente 350 personas al mes, son preseleccionados, se les da una capacitación y finalmente se les hace una prueba de la cual solo quedan 40.
Las empresas hacen fila para obtener sus servicios. Hasta el momento Mensajeros Urbanos manejan la correspondencia de Mastercard, Farmatodo y Telefónica. Las 53 personas que trabajan administrativamente en la empresa nunca dan abasto. El sueño de un bogotano y un guajiro que empezó en un Startup Weekend y ahora es una compañía millonario.
A penas tienen 25 años.
