“Compañero, su forma de lucha no es mi forma de lucha”
Compañero, mi forma de lucha no es su forma de lucha, si bien buscamos el mismo fin. La diferencia consiste en los medios. Mi lucha frecuenta dos armas poderosas: el amor y la no venganza. De hecho, el perdón contiene el secreto para detener todos los ciclos de violencia de nuestro país.
Usted, propone otras formas de lucha desde una trinchera lejana a la mía. La respeto, pero no la comparto. Haga una pausa y venga conmigo. La buena o mala voluntad se vuelve acción por medio del lenguaje. Todas las guerras tienen que ver con una desacertada comunicación.
¿Acaso la palabra agresiva, la actitud hostil de un alma inflamada por el resentimiento no son tan peligrosas como un revólver? Las palabras tienen poder: construyen o destruyen. Buda dijo alguna vez: “la lengua es como un cuchillo afilado, mata sin sacar sangre”.
Yo propongo otra visión: "el perdón es la venganza de los buenos". Quizás usted no comprenda el principio que permite abrazar al enemigo: el otro es parte de mí. Los enemigos surgen del corazón y se proyectan en manifestaciones de intolerancia.
Acaso esta perspectiva humanista me convierta en un fracasado. Pero seguiré luchando por un mundo mejor desde el pacifismo, porque todavía creo que la humanidad saldrá de la caverna.
Hay un proyecto divino y creo en el despertar espiritual. Aunque sea pisoteado por los extremos, continuaré en esa noble y recta lucha. Aunque la mano del hombre me asesine, creo en la bondad natural del ser humano. Creo que la luz derrotará a la oscuridad.
Por ahora, que cada cual entienda que la labor de transformación empieza desde la propia casa; es decir, en el corazón. El trabajo es primero individual, para transformar el colectivo. Quizás aún tengamos una última oportunidad.
Y si usted cree que soy un fanático religioso, entonces no me conoce. Cristo está en el otro: en el que llora y sufre, en el oprimido, en aquel que padece injusticia. Precisamente por ese concepto de lucha fui desterrado. Nunca conté con la solidaridad ni con la comprensión de usted o de ustedes.
Desde mi forma de lucha aprendí a ver el rostro de Dios en todo y en todos. Tuve que caer miles de veces para comprender. Y tal vez me corresponda ver el rostro de Dios en la mano que me asesine.
¿Me expreso en un lenguaje extraterrestre, siendo yo un terrícola común y corriente? Recuerde: la oscuridad se va cuando la Luz aparece. En la balanza de la injusticia pesan igual los millones de niños que mueren de hambre y los millones que agonizan por falta de amor.
Cuando la humanidad practique el mandato del Divino Maestro: “amen a sus enemigos, bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los persiguen”; ese día el mundo cambiará. Pero es un mensaje olvidado, incomprendido. Es Palabra de otra dimensión, y el mundo debe alcanzar esa dimensión o se destruirá.
En esencia, lo que le haces a otro se lo haces a ti mismo. De la Unidad venimos y hacia la Unidad vamos. Pero usted o ustedes se ponen vendas en los ojos. Guías ciegos pastoreando ciegos. Ojalá vean a tiempo antes de caer juntos en el abismo.
