Dentro de la comuna número uno (1) de la ciudad de San José de Cúcuta, Norte de Santander, específicamente en el barrio conocido como El Contento, descansa no en paz la infraestructura de lo que fue un lugar de encuentro de los vecinos y un ambiente familiar de los habitantes de esta comunidad; la plaza de mercado.
Hace más o menos cuatro años que no se sabe qué pasó con los vendedores de éste lugar emblemático. En el pasado, era literalmente un paseo lleno de pequeñas parcelas que vendían desde un cartón de huevos hasta bultos de papa, sin contar los pastelitos que todo comprador no resistía probar, el ambiente era totalmente sano, se sentía el olor a frutas y casi todos, por no decir “el barrio entero”, se levantaba los domingos y se dirigían a desayunar en dicho recinto, mientras realizaban las compras de los alimentos que hacían falta para sus almuerzos, los productos eran de alta calidad se veía el paraíso del campo en una fruta o un vegetal de esta selección.
Actualmente, se ha convertido en una estación carcelaria de artículos decomisados de los vendedores ambulantes, en un cagadero de palomas y la única utilidad que tiene es servir de resguardo para distintas manadas de animales como por ejemplo gatos, además, seguramente debe ser el principal administrador de ratas del barrio, sus entradas y su fachada se han convertido en vallas publicitarias para políticos, que sin duda han prometido recuperar la plaza de mercado. Obviamente jamás lo harán, bueno no al menos hasta que alguien tenga la güevas para gestionar este proyecto seriamente. Amanecerá y se verá la claridad del asunto.
Entre tanto, al principio se hablaba mucho de la decadencia del lugar, todos comentaban, incluso se llegó a murmurar que construirían una sede de un supermercado con sello de multinacional muy reconocido en todo el país, por supuesto que todos esperaban este momento, pues estratificaría al barrio, a pesar de que esto produciría un aumento de impuestos y de servicios, parecía que todos estaban dispuestos asumir este reto, pues muy pocos se detenían a protestar. Una vez se supo que no se llevaría a cabo el proyecto, no volvió a retumbar este tema alrededor de los habitantes.
¿Qué fue lo qué pasó? ¿Qué sucedió con los vendedores? ¿Dónde están las frutas? ¿Qué será del ritual de los domingos antes o después de ir a misa? Aunque muchas personas se preguntan y recuerdan con nostalgia éste encuentro, otras sólo se dedican a dejar sus desechos allí, sus animales enfermos, a realizar campañas políticas o publicitarías, “¿Qué fue lo qué pasó?”
