Hemos vivido recientemente situaciones históricas que en los afanes de reactivar, reconectar, reprogramar la vida social, económica y política del país, podemos olvidar y no está bien que caigamos en olvidos en este tiempo, porque podemos perdernos en el horizonte colectivo. Hagamos un breve registro de la memoria corta:
Recordemos que hemos vivido una sindemia global del covid-19 que se erige como gran amenaza a la vida humana y que aunque se ha superado el primer período de manejo, se mantiene como reto planetario, sin descontar que hay un diagnóstico sobre esta versión del virus, que indica simplemente su manifestación como el anuncio de un tiempo de pandemias, para el cual debemos prepararnos como humanidad. Cuidar la vida se desprende como lo prioritario.
Rememoremos que las situaciones de cambio climático, con un reciente régimen de lluvias muy fuerte y posiblemente un periodo de sequías crítico, anuncia que el reloj del calentamiento global se nos vino encima y tenemos asignaturas pendientes en la rectificación de nuestro comportamiento con la casa común que es el planeta. Una renovada agenda ecológica en todas las dimensiones de la vida no da espera.
Las guerras globales, con sus últimos capítulos en Ucrania y sus efectos específicos en Europa, generan trazas de recesión económica mundial: se sube el precio de los combustibles, de las energías, de los vehículos; el valor de las monedas hegemónicas afecta los países con economías más débiles; la inflación, especialmente en la producción de alimentos, genera estrés económico y obliga a repensar con especial responsabilidad, los vínculos con el resto del mundo en el manejo de los bienes comunes y de forma especial en la seguridad y la soberanía alimentaria.
No olvidemos que solo entre el 2019 y el 2021, vivimos en Colombia expresiones de estallido social, que tuvieron visos en algunas partes de levantamientos urbanos; esas tensiones evidencian una sociedad escindida y fragmentada, agotada en sus formas de interacción, que demanda de nuevos acuerdos y nuevas agendas que enfrenten la pobreza, la desigualdad, la exclusión y las violencias de todo tipo que nos circundan.
En parte estas circunstancias son las que generaron hace pocos meses la elección de un gobierno de características progresistas, con una agenda y un compromiso de cambio para revertir tendencias de desorden y exclusión social y política. Estamos ante un posible punto de inflexión en la política, en el manejo del Estado y la orientación de la sociedad colombiana que demanda asumir los retos de transformación con un sentido democrático, de escucha y concertación práctica. En ese sentido de encontrar caminos alternativos, la apuesta más esperanzadora es fortalecer tanto los movimientos sociales, cívicos y ciudadanos, como los poderes locales y regionales, en la perspectiva de vivificar desde los territorios, las reformas del Estado nacional y la reorientación del país que se anuncian.
________________________________________________________________________________
Para avanzar en medio de los entornos turbulentos requerimos fortalecer el funcionamiento de las instituciones estatales-gubernamentales y su relación con las ciudadanías diversas
_______________________________________________________________________________
Para avanzar en medio de los entornos turbulentos descritos, en abrazar las ansias de futuro, requerimos fortalecer de forma concreta el funcionamiento de las instituciones estatales-gubernamentales y su relación con las ciudadanías diversas. La tarea de construir Estado y sociedad, en el contexto de América Latina y Colombia, donde es profunda y extensa la incompetencia y la fragilidad en la gestión de los asuntos colectivos, demanda de una agenda más eficaz y transparente en el agenciamiento de las políticas públicas en todos los niveles, que más allá de las disputas ideológicas, genere nuevos circuitos de convivencia social y buen vivir.
Pero esa agenda solo podrá avanzar en Colombia si la sociedad se pone en movimiento, si se fortalecen las ciudadanías y la institucionalidad democrática, frente a las mafias, el delito y la corrupción pública. En ese sentido, una apuesta de futuro implica caminos de movilización ciudadanos, acompañados de muchos insumos pedagógicos, comunicativos e investigativos que se acompasen en tareas correspondientes con los nuevos retos de la protección de la vida, la salud pública, la educación, la democratización productiva, la ecología y la construcción de paz y reconciliación.
En la medida en que estamos en un período de inicio del nuevo gobierno nacional, de elecciones a alcaldías y gobernaciones 2023, de cierre de gobiernos locales y departamentales, existe la oportunidad de potenciar acciones que permitan cualificar la conversación entre ciudadanías y entre estas y las agencias de gobernabilidad, para efectos de experimentar y reaprender políticamente en la gestación de nuevos entornos sociales e institucionales. Avanzar en esta perspectiva, implica mayores compromisos ciudadanos, con la formación, la reflexión y la interacción basada en el aprendizaje colaborativo. Bienvenidas todas las agendas posibles.