Fueron más de seis años de tortura para los hijos de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt mientras ella estaba en cautiverio. Tuvieron que crecer con la angustia de si un día se levantarían con la noticia de que su madre había sido hallada muerta. Un daño que incluso la misma Ingrid, no ha podido perdonar. “He perdonado todo salvo el sufrimiento causado a mis hijos -aseguró Betancourt en una reciente entrevista- debo confesar que tengo esa dura tarea por delante”
Los seis años y medio de separación convirtieron a los que en ese entonces eran una adolescente y un niño, en íconos de la lucha contra la atrocidad del secuestro. Mélanie, la mayor, luchó por diversos medios para obtener la liberación de su madre, en particular, mediante el envío de mensajes regulares a través del programa de radio Voces de secuestro, liderado por el fallecido Herbin Hoyos, que todas las noches daba voz a las familias de los rehenes de las FARC.
La joven también organizó recordados eventos como una "marcha blanca" en París el 6 de abril de 2008, junto a la esposa del entonces presidente de la República Francesa, Carla Bruni. Después de la liberación en la reconocida ‘Operación Jaque’, Mélanie, ya con veintidós años, y su hermano Lorenzo, con diecinueve, fueron los promotores de ‘Cartas a mamá desde el infierno’, una obra de 62 páginas que relataba sus mensajes, dos cartas escritas desde el infierno del secuestro que todo el dolor de la familia ante un caso como el de Ingrid.
Después del calvario, Mélanie se dedicó a sus estudios literarios y universitarios CPGE en París, donde estudió ruso y filosofía en la Universidad Panthéon-Sorbonne 2 y posteriormente vivió en Nueva York durante sus estudios de dirección en el Graduate Film Program de la Universidad de Nueva York.
En 2018 visitó Ginebra por invitación del festival Filmar en América Latina , para presentar Aventurera, una película que coescribió con su esposo, Leonardo D'Antoni, y que le valió a él el último el premio a mejor director argentino en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, en 2014. La película abordaba un tema aún tabú: la dificultad de irrumpir en el cine sin ceder a las insinuaciones sexuales de las productoras, tema relacionado con los derechos humanos, iniciativa que la joven ha defendido desde el secuestro de su madre.
Radicada en Francia, esta prometedora actriz, directora y cineasta tiene ahora 35 años y es madre. Contó en ese mismo año (2018) que estaba escribiendo un largometraje muy personal sobre la destrucción de la casa de su abuela en Reims, "con un personaje femenino muy fuerte".
Por su parte, Lorenzo Delloye el hijo menor de Ingrid mantiene una vida alejada de los medios. Nacido en California y de nacionalidad norteamericana, está radicado en Francia.
Desde 2018 se encuentra en un proceso en el Tribunal de Distrito de los Estados Unidos para el Distrito Medio de Pensilvania, alegando que la antigua guerrilla de las FARC le causó lesiones, dolor y sufrimiento que amenazaban su vida. La razón por la que una demanda por terrorismo internacional está en Williamsport es que uno de los acusados, Jorge Enrique Rodríguez Mendieta, alias Iván Vargas, es recluso en la prisión de baja seguridad de Allenwood después de ser extraditado a los Estados Unidos.
La demanda está instaurada contra las FARC y 17 integrantes. Reclama por “los daños y perjuicios que se derivaron de actos de terrorismo internacional cometidos por las Farc y sus miembros (…) Le quitaron la madre durante sus años de formación causando que sufriera una angustia emocional que aún padece”, recalca su grupo de abogados. “Los demandados son terroristas que han causado muertes y han incitado al terrorismo internacional”.
La denuncia describe sus emociones en diferentes momentos del secuestro de su madre; cuando supo a través de comunicado de prensa que estaba enferma, que otros dos rehenes políticos fueron ejecutados y cuando descubrió que casi muere en 2004 durante una huelga de hambre. El argumento principal de Lorenzo y su equipo de defensa es que los actos de las FARC tenían la intención de intimidar o coaccionar a la población civil colombiana y estadounidense para influir en la política del gobierno de los Estados Unidos.
Aunque el fantasma del pasado parece no desaparecer aún 19 años después de la retención, el perdón y la verdad han sido parte del discurso de Betancourt en los espacios de la Comisión y la JEP. Sin embargo, como aseguró en su participación en la Comisión de la Verdad el año pasado: “El secuestro no tiene fecha de vencimiento, se vuelve una realidad genética”.
Le puede interesar:
El pecado de Ingrid Betancourt que Colombia no le ha perdonado
"El secuestro es un asesinato": Ingrid Betancourt en la Comisión de la verdad