Tener la oportunidad de irse de Medellín y volver para poder percibir pequeños y grandes cambios permite eso, detallar de diferentes maneras lo que está pasando y ser testigo de los diferentes movimientos y emprendimientos que de alguna manera benefician a los ciudadanos.
En el caso particular de la movilidad, sigue haciéndose evidente un comportamiento caótico, gracias a las obras que no se terminaron en la administración anterior, al gran flujo de vehículos incluso los que ya debieron salir de circulación por ser altamente contaminantes y que aunque atiendan a las diferentes modalidades de pico y placa, participan del embotellamiento y tráfico pesado que ya ni siquiera es exclusivo de las horas pico.
Se evidencia un gran esfuerzo por parte de algunos habitantes al utilizar el transporte público, la oferta es buena y medios como el metro de Medellín cumplen una efectiva labor, es en realidad un alivio tremendo para la movilidad en la ciudad, la circulación hace poco de buses eléctricos y también otros medios alternativos como las bicicletas y las patinetas eléctricas, denotan cambios, pero aun así quiénes usan estos medios siguen perteneciendo a un público muy pequeño y segmentado, que aunque se valore la iniciativa, no alcanza a representar un impacto grande en la movilidad y el efecto positivo también en el medio ambiente.
Y es que no tenemos que esperar que sean las medidas o políticas de transporte las que nos delimiten la forma en la que nos movemos en Medellín, la participación ciudadana como consciencia real de lo que le pasa al aire de la ciudad y que ayude a minimizar el caos en las vías, es un reto que nos permite pensarnos y re educarnos para tomar alternativas a través de la efectiva elección de nuestro medio de transporte para ayudar a mejorar la calidad del aire, y más innovador aún, pertenecer a una sociedad que de manera colaborativa y articulada piensa en el bienestar de todos.
Existen en el mundo, especialmente en Europa, modalidades como el carsharing o conducción compartida a través de una red de automóviles eléctricos a los que se accede con una tarjeta durante 24 horas al día, o el bicitaxi con servicio de igual manera para la mensajería.
Vemos pues cómo de manera creativa, emprendedora y colaborativa, hay nuevas formas de movernos en las grandes ciudades, pues para nadie es un secreto que Medellín tiene actualmente una pésima calidad de aire, que además es una ciudad que se sitúa en el séptimo lugar con el peor tráfico de Latinoamérica según el Informe Global de Tráfico, que además estimó que los medellinenses pasan 138 horas de su vida metidos en trancones (ver: Medellín amaneció con cinco estaciones de medición de calidad del aire en naranja).
Y aunque el monitoreo de la calidad del aire en Medellín es más estricto que en grandes ciudades como Santiago (Chile) o Sao Paulo (Brasil), de nada nos sirve sin la activa participación ciudadana que genere cambios evidentes, así ninguna medida oficial será efectiva.
Volvamos a la bicicleta, caminemos, compartamos el carro, hagamos parte de una movilidad sostenible basada en emprendimientos y consumos colaborativos, será por el bien de todos.
