No se debe exigir que los pacientes enfrenten siempre su sufrimiento con optimismo y serenidad. La enfermedad y la muerte son condiciones de la existencia humana que nos producen, casi instintivamente, rabia y agresividad.
Pero como los hombres no somos esclavos de nuestros instintos podemos intentar moderar nuestras emociones. Contra las emociones, que son como levantamientos o acantilados del pensamiento dice la filósofa Martha Nussbaum, es difícil luchar y casi imposible vencerlas pero podemos intentarlo. Y oponerse a la rabia y agresividad que nos producen las enfermedades puede tener un efecto terapéutico positivo.
Ahora bien no podemos obligar a nuestros pacientes a presentar una faz serena o sonriente ante el dolor y sufrimiento. Ni los profesionales de la salud debemos exigirnos lo mismo. Muchas veces constatar la fragilidad humana nos derrumba a todos. Recomiendo el film “En un lugar de Francia” del director Thomas Lilti que en estos días da vueltas por los servicios de televisión por suscripción. El director fue médico antes de ser cineasta y retrata muy bien la reacción del terapeuta ante las enfermedades de los otros y su propia enfermedad. En un monólogo al final de la película el médico dice que su oficio es reparar, reparar, reparar lo que hace la “horrible naturaleza”. Las emociones negativas ante las terribles patologías humanas son plenamente humanas. Pero intentar moderarlas, con la meditación por ejemplo, puede tener un efecto terapéutico importante.
Así lo ha reconocido el Colegio Americano de Cardiología el pasado octubre en un sopesado comunicado. En este documento se socializan diez aseveraciones consensuales de una docena de autoridades médicas sobre el uso y valor de la meditación en la disminución del riesgo de enfermedad cardiovascular. Como conclusión se sugiere que la meditación, considerando su bajo costo y riesgos, puede ser usada con un adyuvante al tratamiento médico usual que incluye recomendaciones sobre el cambio de estilo de vida para reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular.
El Colegio Americano de Cardiología sugiere que la meditación
puede ser usada con un adyuvante al tratamiento médico usual
y pide vigilancia científica al verdadero valor de como arma terapéutica
Se pide continuar sí la investigación de esta conclusión en estudios clínicos controlados, doble ciego y al azar, con seguimiento riguroso de los pacientes. En otras palabras se pide vigilancia científica del verdadero valor de la meditación como arma terapéutica. Quizás en esto hay algo de la frecuente duda de los clínicos ante maniobras y procedimientos que se salen de lo habitual en medicina. Los médicos hemos sido siempre grandes escépticos. Y debemos serlo pero cuidado que eso nos impida encontrar verdades más grandes que la exigente verdad científica.
En el comunicado del Colegio Americano de Cardiología se tuvieron en cuenta estudios con diversas prácticas de meditación: Samatha con concentración en un solo punto (por ejemplo, la punta de la nariz y la respiración recuerdo de mis lecturas budistas) meditación con atención a la Mente Plena, meditación Vipassana de visión interna, Meditación Transcendental (MT, con repetición de pensamientos o palabras) y la técnica de la Respuesta de Relajación (RR). Esta última usada eficazmente por el Dr. Herbert Benson, reconocido cardiólogo fundador del Instituto Mente/Cuerpo de Harvard. Todos estos tipos de meditación son distintos, requieren distintos entrenamientos, ninguno pide identificación religiosa específica pero todos piden disciplina y constancia. Para quienes sufren escrúpulos eclesiales, en la tradición judeocristiana y musulmana existen prácticas parecidas: la meditación sufí, la oración de Jesús en la tradición ortodoxa rusa, el tasbih entre los musulmanes y el rosario entre los católicos, etc.
En Cali hay quien intenta comprobar el beneficio del uso de la meditación en una enfermedad tan compleja y con tan alto costo social como la diabetes (casi 8% de la población la sufre) Esteban Jaramillo Urdinola (Cencibisa) es un ingeniero que está terminando su maestría en Psicología de la Salud en la Javeriana-Cali. Esteban es él mismo diabético y su tesis de grado la hizo sobre el efecto de diversas técnicas de meditación en el manejo integral del paciente diabético. No se trata, insiste Jaramillo, que la meditación cure la diabetes. Sino se trata de demostrar en pacientes bien diagnosticados y tratados farmacológicamente el peso que pueden tener distintas técnicas de meditación en el control de la enfermedad. Y entre las medidas que se usaron para seguir el resultado de estas técnicas está la hemoglobina glicosilada (HbA1c) Esto me fascinó. Porque la hemoglobina glicosilada es la “prueba de la verdad” en diabetes y mide el control crónico del azúcar en la sangre.
El estrés dispara en nuestro cuerpo una respuesta que se llama “escape o lucha” y nos prepara para enfrentar el peligro, real o imaginado, que nos amenaza. Y eleva la glucosa en sangre como preparación a la inminente batalla. Para un diabético el estrés es hiperglicemiante. Si la meditación disciplinada, como encontró Jaramillo, es capaz de disminuir la hemoglobina glicosilada tendríamos un arma suplementaria de bajo costo para el control de la diabetes.
