En contra de Gustavo Petro se puede decir que es arrogante, mal administrador y que se equivocó en la forma de implementar el nuevo esquema de aseo de Bogotá. A su favor: buscó liberar a Bogotá de las mafias de la contratación, restituyó los derechos de grupos vulnerables como los recicladores, y tal como lo señaló Emilio Tapia en una entrevista con el Espectador (http://www.elespectador.com/noticias/temadeldia/el-caos-de-basuras-fue-premeditado-articulo-463430?page=5) se opuso a que los inversionistas privados, amigos de dirigentes políticos, siguieran estrangulando el presupuesto de Bogotá, a través de la recolección de los desechos.
Más allá de valorar lo bueno o malo que hizo, y de discutir si la sanción de la Procuraduría fue política o jurídicamente ajustada, hay un hecho que bien vale la pena analizar, el papel de los medios de comunicación comerciales frente a la corta administración de Petro.
Me sorprendió escuchar algunas emisoras nacionales de radio en la mañana siguiente a la firma de la destitución por parte del presidente Juan Manuel Santos. Sus líderes de opinión (autoproclamados), se sentían absolutamente emocionados por la salida del Alcalde, reflejando a su audiencia una posición personal frente a lo sucedido y como era de esperarse llenando el espacio de reacciones a favor de la destitución. Las pocas voces que sonaron de partidarios de Petro, fueron sacadas rápidamente del aire.
Los líderes de opinión argumentan “que les duele” Bogotá y de ahí su decisión de tomar partido. ¿Les habrá dolido igual, cuando la capital fue saqueada por contratistas privados y políticos? ¿Guardan la misma valentía ciudadana frente a los inversionistas que pagan mordidas y desangran el sector público, pero que aparecen como grandes empresarios? ¿Algo tuvo que ver en su posición actual la inversión publicitaria que hizo o dejó de hacer la Alcaldía, en los noticieros para los cuales trabajan?
Se le debería aclarar al público en general si esos espacios son de información o de opinión. Si mezclan los dos formatos, sería importante conocer si ellos (los directores) participan como analistas que defienden su punto de vista o si funcionan como periodistas. Si se trata del último caso su obligación es fomentar el pluralismo, no sesgando la información, y sin disfrazar opiniones de noticias, lo que sin duda resulta tendencioso y con el claro objetivo de influir en las ideas de los ciudadanos. Así Petro, no sea el santo de su devoción.
Si un oyente desprevenido escuchó alguna de estas emisoras seguramente pensará que Petro fue algo parecido a un demonio, a la figura que crearon los Estados Unidos de Sadam Hussein en Occidente para justificar la invasión a Irak. Las audiencias tienen el derecho a estar bien informadas, lo cual significa, que no se les puede impregnar de los prejuicios que tienen los conductores de estos programas.
Se supone que los medios de comunicación deben ser los principales motores de la democracia participativa, y participativa se refiere a la tolerancia por las ideas contrarias, sean de izquierda, centro o derecha. Un espacio informativo no se puede convertir en una tribuna personal, para eso están los programas de opinión, en donde el oyente sabe de antemano a que se enfrenta.