Es mucho más seguro ser temido que amado cuando se haya de renunciar a una de las dos. Esa es una de las frases célebres recogidas en el capítulo XVII de El príncipe, uno de los más importantes tratados políticos, escrito por Nicolás Maquiavelo, que a día de hoy sigue exponiendo su carácter visionario en torno a la realidad política.
De esto último, en dicha comprensión sobre la frase escrita por Maquiavelo y llevado a un contexto actual, tendría cierta similitud observando la relación histórica que han sostenido partidos políticos-medios de comunicación masivos y su consiguiente interés por la explotación del miedo en las sociedades modernas.
No obstante, Zygmunt Bauman realizó un análisis que nos ayuda a comprender la instrumentalización del miedo en la política y su continua representación en los grandes medios de comunicación. Para el filósofo y sociólogo de origen polaco esto puede explicarse a través de la expresión alemana “Unsicherheit” la cual fusiona tres conceptos de emociones que traducidos al español son: inseguridad, incertidumbre y desprotección. Cuyo origen depara de un imaginario global que es alimentado en gran parte en la forma de crear un tipo de discurso político, difundido y consumido en los nuevos medios, cuya finalidad en parte es dirigida a llamar la atención y potenciar el sentimiento de vulnerabilidad de las personas.
En la relación entre medios y política también nos encontraríamos con diversas hipótesis que pueden comprobar los intereses que suscitan entre estos dos poderes. Por una parte, los medios masivos de comunicación y su influencia en la representación de la realidad. Un ejemplo de ello se observa en el manejo que estos mismos dan a los discursos de odio y de polarización política. Dos realidades que lejos de ser analizadas de forma crítica, se ocultan en la ambigüedad que suscita la neutralidad, dado que prescinde del deber ético de cuestionar las injusticias, o en el peor de los casos es cómplice al servir de altavoz propagandístico de mensajes dirigidos a desinformar, alarmar y generar un sentido de vulnerabilidad, que en muchas ocasiones está intencionalmente preparado para beneficiar a un tipo de intereses económicos y políticos.
Por otra parte, se encuentra la clase política, la cual gracias a perseguir sus objetivos a través del “todo vale” ha terminado despolitizada, despojada de ética y al servicio de los intereses de la sociedad del espectáculo. Todo esto llevado a la parodia y reproducido en rígido streaming por los propios medios de comunicación masiva. Los cuales lejos de juzgar, y dependiendo para qué tipo de intereses, han terminado ayudando a legitimar conductas o inclinando la balanza en el juicio de valores sociales.
Cabe destacar, que por lo determinante que pueden incidir estos mensajes en nuestros análisis de la realidad política, los medios han pasado de ser el cuarto poder, a constituirse como el espacio en donde se crea el poder, tal como lo explica el sociólogo catalán Manuel Castells. Es decir, han pasado de ser un instrumento, a ser gestores y creadores de espacios en donde se deciden las relaciones de poder entre los actores políticos.
Siendo conscientes de cómo estamos expuestos ante esta realidad es preciso preguntarnos: ¿estamos preparados para el bombardeo de demagogia política y manipulación mediática al que a día de hoy estamos expuestos?, ¿a qué tipo de técnicas o estrategias mediáticas obedecen los enfrentamientos políticos actuales?, ¿existe una clara intencionalidad por parte de los partidos políticos de izquierda, centro y de derecha por polarizar el debate político?, ¿quiénes son los principales beneficiarios de esta situación?
Como dijo Antonio Gramsci: "La realidad está definida con palabras. Por lo tanto, el que controla las palabras controla la realidad".