Medios, economía, política: el aire que se respira...

Medios, economía, política: el aire que se respira...

Mientras los medios no solo informan, y forman políticamente, la economía neoliberal se centra en la desvalorización de lo público: ¿cómo afecta esto al individuo?

Por: Silvio E. Avendaño C
junio 25, 2024
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Medios, economía, política: el aire que se respira...

Este escrito es una conjetura sobre la atmósfera en el presente. Consta de tres partes: (I) los medios de comunicación no solo informan, contienen formación política, (II) la economía trazada por el neoliberalismo se centra en la privatización y a la desvalorización de lo público, y (III) los efectos de los elementos anteriores en el individuo.

I

Los medios son como una lente que agranda, disminuye, forma y deforma la percepción de la realidad. Por eso no se puede afirmar que alcancen la objetividad. No es entonces descabellado afirmar la relación entre los medios y las organizaciones políticas. Por ejemplo, en la Nueva Granada, en el siglo XVIII, el analfabetismo era generalizado. La prensa surgió para los ilustrados. El periódico estuvo unido con la Expedición Botánica e influyó en el período de la Independencia. Más tarde, durante la Regeneración, hizo posible “la prensa libre pero responsable.”

 Los periódicos, la radio, la televisión, las redes sociales informan. Pero ¿qué es informar? Los medios tienen la pretensión de la objetividad, pero no se puede desconocer el sesgo político. Un ejemplo, el mismo hecho en El Tiempo y Voz proletaria. Con la llegada de las redes sociales hay nuevas fuentes que hacen presencia política. Los usuarios retuitean la información. Los distintos intereses noticiosos dejan ver la polarización. Cada medio construye la realidad. Hay medios que vieron con ojos de progreso la llegada del neoliberalismo. La construcción de la realidad, a partir de la presencia de la economía de mercado y la democracia del voto, mostró las bondades o desventajas de tal doctrina económica.  “Existen dos tipos de realistas- dijo Henry Kissinger- aquellos que manipulan los hechos y aquellos que los crean; Occidente necesita hombres capaces de crear su propia realidad.” Junto a las grandes manifestaciones, hay que ganar los debates y hacer presencia en los medios. Hay que mirar como los medios están presente en la lucha que determina la política. Es un error plantear que una cosa es el periodismo y otra la política. Los medios controlados son actores políticos y la gente milita en los medios

II

En El fin de la historia y el último hombre (1992), Francis Fukuyama planteó la Guerra fría como algo del pasado. El comunismo de los países del este europeo había llegado a su extinción. La historia atravesó diferentes momentos: la lucha del amo y del esclavo, del señor y del siervo, desemboca en la condición del hombre y el ciudadano. El acontecer del progreso de la historia hace posible la participación del ciudadano en elecciones periódicas, votación secreta, partidos políticos, sufragio universal, acompañada por la economía de mercado. Atrás, en el siglo XX, quedaba el fascismo, nazismo y comunismo y, en el horizonte el neoliberalismo, con la economía de mercado y la democracia del voto, señalaba el futuro de la realización humana.

Visto desde la distancia -2024- el neoliberalismo en los años setenta hizo posible el “milagro chileno.” Y, la adopción de la economía de mercado liquidó parte de la industria, fortaleció el sector privado. La riqueza se concentró en manos de las oligarquías intermediarias y financieras. En Colombia, la Ley 142 de 1994, dio lugar a la privatización. Las empresas creadas por el interés público   pasaron a manos privadas, con la “convicción” de excelente manejo. Acueductos, alcantarillados, energía, telecomunicaciones… Es más, hubo empresas que se entregaron en concesión y otras se vendieron a “precio de huevo.” Y, el paso de los bienes públicos a manos privadas llevó a la inflación, es decir, al aumento de los precios de los bienes y servicios. Hubo una desvirtuación de lo público a favor del interés privado. Mientras las empresas estatales tenían función en el interés público, en las necesidades de la gente, con la privatización se eliminó la intervención del Estado en la economía. La desprotección de la industria nacional llevó a que muchas empresas locales no pudieron competir, dada la globalización. La libertad de empresa llevó a un crecimiento sin precedentes al incremento de los servicios y bienes. El Estado ya no ejerce el papel regulador mercantil y social. Tiende a reducirse las fuerzas armadas e incluso forma fuerzas armadas privadas. La capacidad adquisitiva de la clase trabajadora desciende. Milton Friedman planteó “Hay una, y solo una, responsabilidad social de las empresas (privadas), cual es la de utilizar los recursos y comprometerse en actividades diseñadas para incrementar sus utilidades.”

La democracia reducida al voto debilita el carácter de sistema político de los procesos electorales, con ello queda a un lado lo público: educación, salud, vivienda... Un paso atrás en los valores universales pues hace posible el camino a sistemas autoritarios. La expansión de la ultraderecha es consecuencia del deterioro de las condiciones económicas y sociales de las clases populares.

III

En la atmósfera neoliberal se respira el individualismo, el egoísmo y la acometividad. Con dicha escuela económica aumentó la concentración de la riqueza y de las rentas, se hizo posible la desregulación de los mercados laborales. La res publica es desacreditada, lo mismo que el rol del Estado en la economía. En el ambiente hay la tendencia a devaluar la res pública y, al hacerlo surge el elogio de la instancia privada, olvidando que el neoliberalismo todo lo convierte en mercancía. A su vez, se suele decir que lo público conduce a la corrupción en las entidades y empresas del Estado. No falta los denuncios del descuido, desmedro en lo público, en beneficio de la pulcritud de lo privado.

La globalización tiene consecuencias para el mundo del trabajo, en cuanto que la libre competencia hace que la industria, la agricultura local no puedan competir con los bajos precios de los productos importados y, por consiguiente, entra en abandono y crisis la producción nacional. Con la libre importación de mercancías se borran las fronteras, aduanas y, se lleva a la quiebra de las empresas locales. El desempleo aumenta, cuando hay empresas que emigran buscando lugares donde sea más barata la mano de obra. En el ambiente de las ciudades la informalidad se apodera de las calles. Crece la inflación. Entonces como solución y salida aparece la idea del emprendimiento, con la ilusión que cualquiera puede competir, que puede llegar a ser el gran empresario. En las ciudades, en las calles crece la informalidad, el rebusque está a la orden del día. Y, la mendicidad aumenta, como también el deseo de la inmigración a paraísos de ensueño.

En el mundo del trabajo, parece que se ha establecido aquello: “de los cerdos se hace manteca y de los hombres dinero.” El trabajo se encuentra bajo el denominador de la flexibilidad laboral. Las empresas establecen los contratos de trabajo, y, adoptan las prácticas y políticas laborales de acuerdo con los intereses del empleador. Contratos a término fijo, por meses, por semanas, por horas… No hay garantías sociales como servicio de salud. Es difícil alcanzar una pensión, dadas las temporalidades de los contratos, salarios bajos y nula protección laboral.

Y, en cuanto a la democracia del voto hay una erosión del sujeto político como resultado del abandono de lo ideológico y de político. La reducción de la democracia a los procesos electorales desconoce el sentido político de la ciudadanía, pues la gente respira el espacio privado y, no tiene interés por lo público que cae en el desprestigio.

Los derechos del hombre y el ciudadano quedan en un flatus vocis, en un retroceso. Este oscurecimiento de los puntos de referencia de la vida ciudadana crea un sentimiento de impotencia y de vacío, en el aire de la crisis económica.

La supuesta desaparición de los conflictos laborales y de la clase trabajadora se celebran. Emerge la enfermedad de la desesperanza, la desadaptación, las drogas, el alcoholismo y el suicidio. La privatización lleva a un oscurecimiento de los puntos de referencia ciudadana. La seguridad social desaparece de lo público. La empresa privada convierte en negocio la vivienda, la salud, los servicios, la seguridad social.

En el aire se respira el “emprendimiento” como el camino hacia el éxito y, la ilusión empresarial que hace presencia en las  calles y plazas de mercado, en las ferias de pueblos y ciudades. A su vez, la educación se centra en lo técnico, deja a un lado la formación en ciencias: matemática biología, física, química, humanidades…

En cuanto al estudio de los jóvenes, se busca la instrucción y habilidad en el menor tiempo, para conseguir un trabajo y ganar dinero. Existe una desvalorización de la educación pública porque lo que da formación, prestigio y éxito es la educación privada. Y, la población sometida a la precariedad, la informalidad, la necesidad sale del espacio escolarizado con un analfabetismo funcional, dado que la “educación” no garantiza que se aprenda a leer y a escribir.

La mayoría de los jóvenes carecen de comprensión lectora y la formación matemática es deficiente, lo cual hace imposible un buen desempeño en las pruebas saber, ciencias o estudios superiores. Y, en tiempo de cambio tecnológico, el mundo digital, lleva a ¿la desigualdad social y económica?

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