Medio siglo vendiendo rosas en la puerta del Cementerio, así es la vida de esta abuela de 83 años

Medio siglo vendiendo rosas en la puerta del Cementerio, así es la vida de esta abuela de 83 años

Desde los años 70 se gana su sustento con las flores con las que los familiares recuerdan a sus muertos, las cuales compra en la plaza de Paloquemao

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febrero 04, 2024
Medio siglo vendiendo rosas en la puerta del Cementerio, así es la vida de esta abuela de 83 años

Corría el año 1978 cuando María Visitación Martínez empezó a vender hierbas medicinales afuera del Cementerio Central en el centro de Bogotá. Durante 6 años vendió las 7 hierbas, pero las ventas se bajaron, el negocio decayó, decidió cambiar el producto y comenzó a vender flores, velas y velones.

Estos productos tenían más demanda por la cantidad de personas que llegaban al Cementerio Central diariamente a visitar las tumbas de parientes, familiares y amigos. Otros se acercaban a buscar uno que otro milagrito de las almas benditas y personajes como el expresidente Rafael Reyes y las Hermanas Bodmer.

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“Desde entonces, acá estoy y me moriré entre las flores”, dice María Visitación Martínez, quien cada 3 días llega hasta la plaza de mercado de Paloquemao a comprar las flores para revenderlas afuera del Cementerio Central.

Acostumbra comprar unos 15 paquetes de flores entre rosas, claveles, clavellinas, pompones y astromelias. Le alcanza para los cuatro días de la semana en los que atiende su puesto de venta los lunes, miércoles, viernes y domingos.

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Las flores que más se venden son los claveles y las clavellinas. Cada ramo vale entre 3 mil y 4 mil pesos; las velas son a 2 mil pesos el paquete y las veladoras a 4 mil pesos. Sabe que las ventas no son muy buenas, pero a sus 83 años, no tiene más nada para hacer.

María Visitación Martínez tiene días buenos y malos. Cuando le va bien, se gana entre 30 mil y 50 mil pesos, pero en un día muy malos puede llevarse 5 mil o 10 mil pesos y lo peor es cuando regresa a su casa en blanco.

Los mejores días de ventas son los domingos y lunes. Sin embargo, cada tres días debe cambiar las flores porque se marchitan ante la escasez de compradores, las tiene que echar a la basura y traer otras nuevas, lo que le representa una gran pérdida de dinero después de trabajar desde las 9 de la mañana hasta las 3:30 de la tarde.

Su cuerpo de adulta mayor, con operación de cadera y rodillas, le impide caminar largos trayectos y cargar objetos pesados. Por eso, paga 4 mil pesos para que le lleven su carreta hasta el punto de venta.

María Visitación vive en el barrio Egipto en la localidad de la Candelaria con dos de sus cinco hijos y una nieta. Dice que no le dan, pero tampoco le piden y de vez en cuando, le colaboran en los quehaceres de la casa porque hay días que ni siquiera puede salir a vender sus flores por los dolores en la cadera y las rodillas.

La vendedora de flores del Cementerio Central de Bogotá dice que no cuenta con ayuda del Gobierno Nacional ni el Distrital y por eso, seguirá ofreciendo rosas, claveles y clavellinas hasta que sus fuerzas se lo permitan y su vida no se marchite.

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