Actualmente la pandemia y la economía en salud ha dejado muchas brechas entre la medicina y el cuerpo humano. Tenemos jóvenes que se quemaron las pestañas por años estudiando una carrera que antes era la meca, el "nun plus ultra" entre la magia y la muerte, el punto más alto entre todas las profesiones, pero que ahora los tiene trabajando como simples técnicos en salud que casi no merecen respeto.
Las empresas de salud les dicen lo que deben prescribir, y cómo y cuándo deben hacerlo. No interesa el mal del paciente, sino la curva económica que aumenta las ganancias.
Esto ha originado que la misma rama se haya subdividido en tantas "especialidades", que hasta para revisar un uñero debe ser autorizado por el podólogo, los riñones por el nefrólogo, el estómago por el gastroenterólogo, los asuntos prostáticos y el colon por el urólogo y el proctólogo, las vainas de la hormonas por el endocrinólogo, la zona de diversión por el ginecólogo, las locuras por el psiquiatra y antes de eso el psicólogo.
Son más de veinte especialidades sin incluir la línea alterna del químico, farmaceuta, biólogo, bacteriólogo, Químico-bacteriólogo, y otro larguísimo etcétera.
Es espeluznante tantas divisiones para diagnosticar dos piernas, dos brazos, dos ojos, dos orejas, una cabeza y un cuerpo, pero de eso se trata el negocio de la salud porque de otro modo nadie se explica tantas enfermedades y enfermos sin opciones de cura. Y esto que no agregamos por razones de espacio los que se meten con los dientes.
Sin embargo, a todos los anteriores les gana por amplio margen el veterinario, quien no es tratado con el respeto de mago con que se mira al doctor de la medicina, sea quien sea en la especialidad que dice tener.
El veterinario es como un fulano que inyecta perros, gatos, caballos y listo, hasta luego. Nadie se explica por qué pueden curar sin tantos ditirambos sapos, culebras, peces, ballenas, caballos, puercos, gallinas, vacas, y otro larguísimo etcétera que incluye fieras y animales salvajes, todos disimiles entre sí y con composición genética muy contrapuesta.
Mi propuesta es que deberíamos ser revisados por un veterinario antes que por un médico de la salud humana, por lo menos podríamos morderlos si nos duele la inyección con que tratan a todas las especies.
Ojalá no aparezcan pronto especialidades para cada animal que hay en el planeta porque entonces sí, jodidos por todos lados.