Médicos y pacientes somos responsables, también, de la crisis de la salud en Colombia. Lo digo así, categórico, firme, sin ambages.
Es muy fácil hacer responsables de lo que sucede a los demás; bien difícil es asumir la participación que tenemos en estos hechos. Como dice el dicho: "es más fácil mirar la paja en ojo ajeno, que la viga en el propio". Reconozco la politización y privatización negativas de la Ley 100 y sus consecuencias. Al fin de cuentas viví el ejercicio profesional antes de dicha ley y he sufrido tanto como disfrutado de sus errores y bondades. Apoyo el cambio en el modelo, todavía no se cuál es la propuesta del sector médico y como me decía un amigo que es ferviente militante del movimiento en contra de la reforma: "Carlos, con vergüenza le digo que no conozco la propuesta alternativa a la reforma" No creo en la oposición mientras no vaya por delante una solución. También soy enfático en comenzar a corregir por casa.
Somos responsables como pacientes al tutelar, exigir y obtener beneficios que en mi humilde concepto no debería asumir el sistema, como son por ejemplo: pañales (y otros artículos semejantes) para discapacitados; transporte en ambulancia en casos que pueden hacerlo en vehículo tipo taxi o particular; terapias por tiempos prolongados sin adelantos claros y medibles; uso de recursos como enfermería cuando un cuidador puede realizar muy bien el trabajo; medicamentos de marca cuando hay excelente elaboración del principio activo a bajo costo, es decir genéricos de buena calidad.
Increíble, pero también los paciente son responsables cuando mienten, engañan, se corrompen como en pasar por accidente laboral un accidente común (la incapacidad se paga al 100% por la ARL y al 66% por la EPS); fingir dolor para obtener incapacidad; simular parálisis para pensionarse por invalidez; vender los medicamentos que exige mes a mes y no consumirlos; irse de vacaciones a San Andrés, cargando al hijo o sobrino cuando supuestamente no puede mover el brazo; falsificar documentos médicos —en un barrio en Cali son expertos los litógrafos—. Me confirmó un amigo médico, administrativo de una EPS, "Carlos, nos hemos vuelto detectives dejando de lado la medicina". Lo repito hasta el cansancio, los pacientes son responsables si continúan consultando Dr. Google y exigiendo actos médicos no acordes al cuadro clínico. (más bobos somos los médicos cuando cedemos a las pretensiones inadecuadas).
Los médicos somos responsables también. Lo somos al ceder ante la industria farmacéutica; al no examinar al paciente y sustituir sus hallazgos por exámenes paraclínicos que se hubieren ahorrado si palpamos o auscultamos; al no aplicar principios básicos de salud pública; al no dar ejemplo de hábitos saludables, construyendo entonces enfermedad y no bienestar; al ejercer a la defensiva, cuando tememos las demandas y nos llenamos de actos inefectivos para protegernos; lo somos al aceptar ingresos económicos por debajo de la dignidad, no siendo capaces de unirnos para proteger al gremio.
También lo somos cuando permitimos que los auditores médicos cambien una orden, retrasando así la cura de la enfermedad y creando más morbilidad; o siendo auditores médicos que siguen los dictados económicos y no los Hipocráticos; repitiendo exámenes al desconfiar sin razón de un resultado, solo por que tenemos vínculos afectivos o económicos con determinada IPS; realizando cirugía estéticas pasándolas como funcionales —¿cuántas narices no se han respingado aduciendo una falsa desviación del tabique? —.
Cada vez que me van a dar una bolsa en un almacén o supermercado y veo que no la necesito para transportar el producto que acabo de comprar, la rechazo para ahorrarle al planeta polución y malversación de recursos. Gota a gota, es mi método. Igual propongo en medicina, acción tras acción responsable, crea un sistema de salud en el que todos nos beneficiamos, médicos en nuestra labor sintiéndola más satisfactoria y pacientes curando mejor.
No somos perfectos, pero podemos trabajar por la coherencia: médicos y pacientes. Es una decisión personal el asumir la responsabilidad propia mientras trabajamos por la colectiva.