Hace un mes finalizó diciembre, el tiempo del año en el que mejor les va a los vendedores, ya sea formales o informales, en el cual se disparan las ventas pues es la época de dar regalos, estrenar, darse algunos gustitos. Sin embargo, tras la llegada del COVID-19 a la vida de los colombianos, las dinámicas de muchas personas se vieron afectadas y mucha gente tuvo que realizar cambios.
El sector informal fue al que más fuerte golpeó la pandemia, pues la mayoría tuvo que cerrar forzosamente sus chazas y guardar sus puestos de trabajo e irse para sus hogares a esperar qué depararía el destino, sin embargo, después de 5 meses de cuarentena se reabrió el comercio en Medellín y los venteros tuvieron que reinventarse, volver a las calles a rebuscarse el pan de cada día.
Y es que, según cifras oficiales, en Medellín antes de la llegada de la pandemia eran alrededor de 35 mil familias las que vivían de la informalidad, pero según la Subsecretaría de Espacio Público en temporada navideña se disparó un 40%, por la difícil situación económica que se está viviendo en el país. Y así lo confirma Luz Marina Villa, vendedora informal de dulces y tintos del centro de Medellín, “¿Usted ha visto cuántos almacenes, locales y cosas están cerradas después de la cuarentena? A la gente que se quedó sin empleo le tocó tirarse a la calle a vender lo que sea y ver qué se consigue”.
Luz Marina lleva 3 años trabajando en el sector de Sucre junto a Artesanías Rosalba, vendiendo todo tipo de mecatico y tintos, pero por 24 años trabajó en el sector de La Playa, sin embargo, fue reubicada y se le asignó este lugar.
Según el Ministerio del Interior, son varias las razones por las que las personas eligen la informalidad, pasando por factores económicos, de espacio/tiempo donde pueden elegir las horas y los espacios donde desean trabajar y pudiendo desplazarse a diferentes espacios en pro de las ventas (ej.: a lugares más transitados por la temporada, a lugares turísticos, entre otros). Y es que, por ejemplo, el centro de Medellín no es el único espacio donde se ve en masa a los vendedores informales, la 70, el Parque Lleras, el Boulevard de la 68 en Castilla, la 45 en Manrique, son algunos de los corredores donde más se encuentran. Lo mencionado anteriormente son algunas “ventajas” que ve el ministerio en los vendedores informales, sin embargo, la realidad es otra.
Ser vendedor ambulante en el espacio público también se debe a cosas cómo la inculcación de esta labor por los padres o familiares, por el bajo nivel educativo que tienen algunos, ya que sienten que no pueden entrar a competir en el campo laboral formal y uno de los factores principales, las falencias institucionales pues no se les brinda oportunidades educativas, laborales y el apoyo es mínimo.
Y es por estas pocas oportunidades, que han sido ellos quienes la pasaron peor durante la cuarentena, pues tuvieron que guardar sus puestos de venta, empacar sus cosas y encerrarse por aproximadamente 5 meses sin tener la garantía de un salario o una entrada de dinero estable. Y es que los dueños de pequeñas y grandes empresas también la pasaron mal, sin embargo, tenían más apoyo del Estado, más oportunidades y garantías, que tal vez sirvieron para solventar sus economías.
Además, según un análisis del mercado informal en Medellín, realizado por profesionales del Tecnológico de Antioquia, se encontraron características en común en cuanto a que los vendedores informales son de estratos bajos, pagan arriendo, son madres cabeza de hogar, personas de la tercera edad y familias que tienen entre 3 y 6 hijos. Algo que oscurece más el panorama, pues no tener dinero para llevar un poco de comida a estos hogares de numerosos miembros es aún más desolador.
Por ejemplo, Adán Páez Ramírez, vendedor informal de correas y camisetas deportivas, tiene que ver por su esposa y su suegra, viven los tres en el barrio Santa Cruz y cuando decretaron la primera cuarentena tuvo que cerrar su puesto de trabajo que durante 4 años les había dado de comer a los tres e irse para su casa. “Para solventar gastos cuando nos encerraron por la pandemia los amigos y familiares tuvieron que ayudarnos y de parte del gobierno solo una vez recibí ayuda de 100.000 pesos”.
La gerente del Centro, Mónica Pabón Carvajal, dice: “poblaciones vulnerables como venteros, trabajadoras sexuales, población trans, personas en inquilinatos, entre otras recibieron diferentes ayudas alimentarias de las donaciones logradas en la donatón de la alcaldía y a través del auxilio económico que se entregó a través de Gana y Efecty”, sin embargo, doña Luz Marina qué debe de velar por 5 personas de su hogar, entre ellos su esposo y su yerno discapacitados, y don Adán que ve por tres personas en su hogar, dicen que solo una vez se les dio 100.000 pesos, algo que para ellos que deben de sostener sus hogares es realmente muy poco para cinco meses de encierro total.
Muchos fueron olvidados por los entes gubernamentales, como dice Adán, “de pronto no alcanzaba para todos, mi niña”, y fue en ese momento en el que empezaron a verse los trapos rojos en muchas ventanas y puertas, pues esas ayudas no acapararon a toda la población desprotegida.
Pero ahora, con el paso de diciembre se esperaba una mejoría en los bolsillos de todos los comerciantes, pero no fue así, Villa dice que para ella diciembre fue como un enero, que no se vendió ni la mitad de lo que se había hecho en diciembre del 2019 y para Páez fue un mes cómo cualquier otro. “Antes de la pandemia, en promedio diario me vendía 70.000 u 80.000 pesos, en diciembre en promedio 20.000 o 30.000 pesos”.
En el centro de Medellín no existe distanciamiento social y al parecer muchos se han olvidado de que sigue el virus presente. Sin embargo, desde la gerencia del Centro se ha trabajado permanentemente en una mesa de agremiaciones de comerciantes del Centro en la que se han generado alternativas para una reactivación económica más rápida y segura, estrategias como Centro abierto de domingo a domingo, Corredores seguros, cierre de La Alhambra, ferias en Guayaquil y pasaje Bastilla.
A pesar de que todo ha cambiado y seguirá cambiando a causa de la llegada del coronavirus a nuestras vidas, los comerciantes informales seguirán con más fuerzas y ganas vendiendo sus productos, así lo dice Adán, “nunca había pasado por algo tan difícil, pero bueno lo más importante es cuidarnos, protegernos y seguir para adelante”, quien ahora se ve muy optimista ante este nuevo año.