A partir del año pasado, se ha incrementado la estadística criminal en relación con las muertes violentas contra extranjeros en Medellín, lo cual requiere una investigación minuciosa para esclarecer estos hechos delictivos que afectan significativamente el turismo y, por ende, la economía del país.
En mi opinión, resulta preocupante que esta prestigiosa ciudad vuelva a claudicar ante las estructuras delictivas que operan en dicho lugar.
Ya tendría que haberse creado un grupo especial y amplio de investigadores criminales, en donde permanentemente participe los países que son origen, los turistas extranjeros muertos violentamente en la ciudad de Medellín. Hasta el momento no se observa ninguna estrategia para neutralizar a los victimarios y prevenir la ejecución de hechos punible.
De igual manera, la defensoría del pueblo, la Comisión Nacional de Disciplina Judicial y el resto de los órganos del ministerio público deben supervisar la implementación de una justicia ejemplar, con el fin de que esta actúe como un mecanismo disuasivo del delito.
No se puede descartar ninguna hipótesis criminal en los reiterados crímenes contra diversas nacionalidades en Medellín. Según algunos expertos en criminología, la mayoría de las muertes violentas y desconocidas podrían haber sido cometidas por estructuras delincuenciales itinerantes, que están principalmente formadas por el sexo femenino.
Sin embargo, su control estaría bajo el mando de un varón manipulador quien le provee a la organización la escopolamina o “Burundanga” para ser empleadas con frecuencia en individuos extranjeros. La presente afirmación posee un notable valor dado que en esta urbe se utiliza el psicoactivo.
Asimismo, propicia el suicidio debido a la aparición de alucinaciones. Lo peligroso de esta sustancia es que si se mezcla con benzodiacepina conduciría a la muerte, la cual potencia los efectos. No obstante, el suministro de este elemento acarrea unas series de delitos conexos, tales como hurtos, acceso carnal violento, entre otros.
A pesar de que Medellín y su departamento de Antioquia vislumbra a los turistas tanto nacionales como internacionales debido al desarrollo, la abundante gastronómica y sus impresionantes paisajes rurales, se puede decir que, todo no es un color de rosas, ya que el crimen campea por doquier.
Ahora, con sus tres nuevos puertos en el mar Atlántico, llegarán vientos de prosperidad junto al perfeccionamiento delictivo. Lo verídico es que el grave error de los antioqueños es no tener una importante estrategia para los retos de la criminalidad.
Es sumamente significativo que el alcalde de Medellín Federico Gutiérrez Zuluaga, y el gobernador del departamento de Antioquia, no se enfoquen en un concepto amplio de la seguridad donde aborden temas de prevención, disuasión y riesgos futuros, sino que se centran exclusivamente en actividades estrictamente partidista y retardataria contra los partidos que respaldan el gobierno nacional.
No está bien ese proceder, ya que estanca el desarrollo regional e impulsa el crimen. En consecuencia, deben cumplir con sus deberes funcionales.
Con el propósito de evitar que “la ciudad de la eterna primavera” pierda su prestigiosa reputación turística, es imperativo que las autoridades investigativas. Incluyendo la policía judicial y jueces, esclarezcan con prontitud los actos delictivos cometidos contras los extranjeros.