Durante los días que lleva la Expedición Avina en Medellín, nos hemos cruzado con varios carteles que dicen “Medellín es una UVA”. Hoy vamos rumbo al barrio Manrique, célebre desde que Víctor Gaviria rodó Rodrigo D, no futuro. Nos acompaña Gerardo Pérez, parte del equipo de la Gerencia de las recién creadas Unidades de Vida Articulada.
En las UVA, como otros tantos proyectos de la ciudad, confluye el trabajo de la Alcaldía, las Empresas Públicas de Medellín y la comunidad. La idea es contar con una infraestructura para que la oferta del Estado y la demanda de proyectos ciudadanos se encuentren. La Esperanza en una de las dos UVA que ya están en funcionamiento. Fue construida en torno a un tanque de agua de EPM en la Comuna 1, Manrique – Calle 96 # 34-100.
Gerardo es un hombre tranquilo, un paisa de pocas palabras. Cuando llega a la UVA todos lo saludan con cariño, los niños, los vecinos, los talleristas. El responde con una sonrisa igual para todos. Cuando le preguntamos sobre las fronteras invisibles que se sienten alrededor, sólo nos cuenta una anécdota “El día que inauguramos la otra UVA, llegue temprano para ver que todo estuviera bien. Al rato llegó un pelado, me mandó llamar y se presentó por su nombre. Me dio las gracias y dijo que no me preocupara, que la UVA estaba muy bonita y que ellos la iban a cuidar. Yo le respondí que si todo salía como esperábamos, él en menos de un año no iba a tener el poder que tenía hoy. Que no habría razones para que cuidara la UVA. Ambos nos despedimos con una sonrisa.”
A las setecientas personas que asisten en promedio al día, las recibe Edison Raigosa , que trabaja como guía desde el día que la UVA abrió sus puertas “Llegamos con cultura y entretenimiento. Todos los días hay talleres de lectura, computadores, dibujo, robótica, bordado. También hay conciertos de música clásica. Es demasiado.”