En más de una ocasión la guardia pretoriana de Los del Sur ha pedido a los hinchas la cédula en la entrada del Atanasio Girardot para comprobar que nadie nacido en Bogotá ocupe algún espacio del estadio. Ha sucedido que con el beneplácito de las autoridades la barra más popular de Colombia ha controlado la seguridad en los alrededores del templo del fútbol antioqueño como si se tratase de un ejército paramilitar. Las tres últimas alcaldías de Medellín se han arrodillado ante el poder de Los del Sur. Nadie niega que hacen labores sociales y que el encanto de Felipe Muñoz, líder de la barra, seduce hasta a personalidades tan intachables como Carlos Raúl Yepes, expresidente de Bancolombia, o a Sergio Fajardo. En la radio cuentan con el apoyo irrestricto de Pascual Gaviria y de Félix de Bedout, fanáticos del equipo verde.
El buen momento deportivo del Atlético Nacional en la última década, con siete títulos y un subcampeonato de la Copa Sudamericana, ha despertado un fervor por el verde de Antioquia. A donde quiera que vayan ahí están dos mil muchachos apoyándolos además de la tropa que viaja por aire y por tierra desde Medellín. Nacional, qué duda cabe, juega de local en cualquier estadio del país.
Si llegan a ganar la Copa Libertadores me imagino que esos 10 millones de hinchas que actualmente ostentan se multiplicarán. Con un canal propio, con la ayuda irrestricta de uno de los dos grupos económicos más poderosos del país, con la prensa de su lado, no cabe duda que no pasará mucho tiempo para que el único equipo en Colombia sea el Atlético Nacional. Seremos como el fútbol escocés, muerto súbitamente por la hegemonía del Celtic o el aburridísimo fútbol francés y la tiranía del PSG.
Y lo peor es que tendremos que soportar la arrogancia de toda una ciudad a la que le parece ridículo, como debe ser, que gente de Cúcuta o de Bogotá se haga hincha de uno de los dos equipos de sus amores. Que están convencidos que el verde es el rey de copas y que lo demás es loma. Si quieren conocer cómo es un verdadero hincha de Nacional no más vean la arrogancia y antioqueñidad extrema de Víctor Hugo Aristizábal y de Mauricio Serna.
Si algo tiene la pujanza y la ambición del país paisa
es el Atlético Nacional, con su incidencia mediática,
y su nómina desmesurada como de un Real Madrid criollo
Ya no son Fernando Vallejo, Coltejer, Cochise Rodríguez, Porfirio Barba-Jacob, León de Greiff, Débora Arango o Leonel Álvarez lo más grande de Antioquia. Si hay algo que tenga la pujanza y la ambición que caracteriza al país paisa es el Atlético Nacional, con su incidencia mediática, con su nómina desmesurada que, como un Real Madrid criollo, acapara y quema en una banca jugadores que perfectamente podrían ser estrellas en otros equipos.
Esa altivez que despliegan sus hinchas y el mismo equipo en territorio colombiano, se achica cuando juega en Latinoamérica. Esta noche, con la presión que exhala el Gigante de Arroyito, y con la calidad de Rosario Central, Los del Sur y el Atlético Nacional se darán cuenta que por primera vez en esta Copa Libertadores se enfrentan a un equipo de verdad. Ésta afirmación se notará en el terreno de juego.
