Medellín, conocida en antaño como la ciudad de la eterna primavera, hoy como la más innovadora, la ciudad para la vida y la equidad, habría que honrarla también con otro título como el de la ciudad primitiva en cuanto a los métodos de limpieza social. No decimos la más primitiva porque seguramente Buenaventura, puerto del pacífico en el departamento del Valle, la desplaza en cuento a métodos de descuartizamiento y casas de “pique” donde las bandas paramilitares desmiembran a la gente como método de control y terror contra sus adversarios y la población.
Con Medelllín, en cambio, seríamos más justos y comprenderíamos mejor su oscuro y macabro pasado si afirmamos que el extermino de tintes fascistas no ha cambiado durante los últimos treinta años, lo que a su vez la hace primitiva en cuanto a la limpieza social, un método criminal por medio del cual se elimina a quienes estorban, perturban o ensucian la imagen de ciudad moderna y “limpia” que nos vende, por ejemplo, la llamada Cultura Metro para mitigar la podredumbre, miseria humana y estercolero que también somos. “Medellín está de moda, en el mundo de los negocios”, afirma el gerente de Plaza Mayor, también de moda en acabar con los habitantes de la calle, diríamos nosotros.
Desde hace unos meses la ciudad se adorna y embellece para ser la anfitriona del VII Foro Urbano Mundial que albergará miles de turistas y visitantes, unos 500 alcaldes de distintas ciudades del mundo, jefes de gobierno, académicos, etc. Para este loable propósito cuenta con un presupuesto de unos $ 18.500.000.000, el apoyo del gobierno nacional, la alcaldía, la gobernación, la ONO hábitat e instituciones financieras encantadas con el proceso de modernización y expansión urbanística de la ciudad. Claro, es en ella donde están encontrando nuevos espacios para invertir sus capitales y aumentar su rentabilidad a costa de la expulsión de sus comunidades históricas.
Pero la Medellín bonita, limpia, de obras urbanísticas envidiables y modelo para exportar al mundo tiene un problema, bueno muchos, pero digamos que este es muy especial por la forma en que lo quieren resolver: hay unos cinco mil indigentes, al menos los que se dejan contar según los informes de la policía y las autoridades municipales, que deambulan como un ejército andrajoso, sucio y hambriento por sus calles céntricas…bueno por algunos puntos marginales del centro, y este grupo de habitantes de calle, como se les conoce, son una muy mala imagen para la ciudad anfitriona del magno evento mundial.
Por eso la alcaldía a través de sus órganos de control, vigilancia y seguridad, incluida la policía, decidieron limpiar la ciudad de la miseria humana en que se han convertido miles de mendigos hambrientos; y una de las maneras de hacerlo es encerrándolos contra su voluntad, es decir recluyéndolos como si fueran delincuentes aunque muchos están obligados a hacerlo para la obtención de su supervivencia cuando la basura de las calles y las migajas que les tira la caridad ciudadana no alcanza.
Pero los habitantes de calle no se han querido dejar disciplinar, ni bañar, ni alimentar, ni vestir por la institución pues les coartan la libertad de vivir al aire libre, de andar en pequeños grupos, utilizados por las bandas de paracos que controlan el negocio del vicio, las vacunas y la prostitución, y ante su terquedad en dejarse encerrar o trasladar de la ciudad los han empezado a asesinar. En grupos, como sucedió en la madrugada del 22 de marzo cuando explotó una bomba en un centro de atención al habitante de calle que dejó cuatro muertos y 16 heridos. Individualmente, esta semana a cuatro más, tres en los barrios periféricos y el último un travesti que hacía parte de la comunidad LGTBI quien apareció flotando en las aguas del río Medellín.
Sin que se sepa a ciencia cierta quienes están exterminado a los indigentes y habitantes de calle, es claro que el método de limpieza social hace parte de la realidad de la ciudad que hoy se muestra al mundo con una imagen moderna e innovadora sin importar si para ello tiene que borrar de la faz de la urbe miles de menesterosos que la deslucen y la deshonran, eso representan hoy los habitantes de la calle que deambulan como un ejército de miserables sin rumbo entre un bazuco, una jeringa y un costal con harapos.
Medellín: de innovadora y moderna a violenta y primitiva
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