La construcción y operación de un corredor vial sobre la carrera 80 ha incrementado la expectativa ciudadana sobre el mejoramiento del transporte público en esa arteria y el consecuente desarrollo de la movilidad en las comunas del occidente de la ciudad. Es un macroproyeto al cual el Alcalde y el Concejo de Medellín se la juegan plena. Pero todos los esfuerzos resultarán pocos si el Gobierno Nacional definitivamente no “se mete la mano al bolsillo”.
Medellín ha sido reconocida en Colombia como la ciudad que le ha apostado a una estrategia de desarrollo urbano sostenible, mediante la constitución de un modelo de movilidad que busca priorizar al peatón y a los medios no motorizados, el cual se fundamenta en un sistema eficiente de transporte público integrado y multimodal. Esa apuesta comenzó a consolidarse desde la construcción del Metro de Medellín en 1995 y se ha ido alimentando con el sistema de buses articulados denominado Metroplús, con los metrocables que vuelan hacia los altos sectores de la periferia en la ciudad y con el tranvía que parte del centro hacia el oriente por la avenida Ayacucho hasta llegar a la base del cerro pan de azúcar.
Este sistema de transporte público no solo ha significado conectividad. Ha llevado oportunidades de desarrollo y mejores condiciones de vida a sectores extremos y marginados de la ciudad, habitados por grupos poblacionales de alta fragilidad social. Combinado con estrategias de desarrollo urbano integral, no solo es un sistema de transporte efectivo, sino que también ha generado una dinámica socio económica singular en los sectores más pobres y vulnerables de Medellín, al impactar positivamente a estos grupos humanos bajo la filosofía incluyente del urbanismo social.
Sin embargo, alcanzar el horizonte diseñado por las administraciones pasadas no parece algo fácil en el corto plazo. De hecho, son muchas las problemáticas y dificultades que todavía se tienen que resolver en la ciudad para que haya un óptimo sistema de transporte, entre otras: en las horas pico el Metro y el Metroplús colapsan; la red vial del Poblado, a pesar de las obras de valorización, no da abasto para los grandes volúmenes de transporte privado, por lo cual el grado de congestión vehicular es altísimo con los costos que genera no solo en tiempo, sino en consumo de combustible, sumada la contaminación que genera el tráfico lento; no hay una conectividad transversal por el oriente, entre el sur y el norte de la ciudad, lo cual podría resolverse mediante la terminación de la avenida 34 hasta Palos Verdes.
Sin embargo, una de las necesidades que hoy se reconoce como la más sentida es la conectividad de norte a sur, por la vía de la carrera 80, cruzando un territorio donde habita aproximadamente el 38% de la población. Es una de las principales arterias que tiene la ciudad y atraviesa ocho de las dieciséis comunas de Medellín. Ese corredor ha sido profusamente estudiado por la empresa Metro y por los expertos en movilidad como el espacio para establecer un sistema de transporte público masivo.
Este espacio vital de la ciudad con un área de muy alto potencial de crecimiento requiere una intervención consecuente con los esfuerzos que han hecho otras administraciones, para que Medellín esté y permanezca a la vanguardia del país y la región, dentro del grupo de ciudades sostenibles e innovadoras. Por tal motivo, es uno de los caballitos de batalla del actual alcalde, así como lo ha sido todo el tema de movilidad.
El corredor vial de la 80 se ha convertido en una necesidad prioritaria a la cual no se le apostó en la pasada administración, por abrirle paso al deprimido vial del río. Por eso, hoy Medellín debe buscarle soluciones de financiación, puesto que precisamente son los sistemas de transporte masivo en la ciudad y los proyectos de conectividad vial con la región, los que han generado la situación actual de endeudamiento: Está pignorada la renta de la sobretasa de la gasolina por una considerable cantidad de años para pagar el Metro y existe una deuda en dólares con la Agencia Francesa de Desarrollo por el Tranvía de Ayacucho. Recordemos también que el túnel de occidente y las autopistas de la prosperidad, se han pagado comprometiendo presupuesto de vigencias futuras.
En tal escenario, que el Gobierno Nacional contribuya a materializar las fuentes de financiación para el corredor vial de La 80, es apenas un tema de justicia y equidad con Medellín, puesto que en el país el más grande esfuerzo en sistemas de transporte público masivo, a diferencia del resto de las ciudades, lo ha hecho directamente este Municipio. Primero, porque la Alcaldía, el Metro y la región han invertido en la creación, consolidación y crecimiento de los sistemas de transporte masivo en Medellín más dinero del que haya invertido cualquier otra ciudad en sus actuales sistemas. Además, la ley de metros no benefició a Medellín, de la misma manera y proporción como lo hace con el resto de ciudades del país. En el Metro de Medellín la región pone el 60% de los recursos, en cambio en todo el país los entes territoriales ponen el 30%. En síntesis, Medellín está poniendo el doble en el Metro. El tranvía de Ayacucho y los metrocables en la ciudad, se han ido pagando con recursos propios del municipio, a pesar de que la ley de Metros habla del aporte del 70% por parte de la Nación.
Desafortunadamente, para el centralismo de algunas entidades nacionales, subsiste el mito de que la ciudad de Medellín ya está suficientemente atendida, lo cual no solo es equivocado, sino totalmente injusto e inequitativo.
Para el metro ligero, sistema de buses articulados, tranvía o cualquiera otro que se elija para el corredor vial de la 80, el Concejo de Medellín acaba de garantizar mediante acuerdo, la cuota inicial por 600 mil millones de pesos. Son recursos provenientes de la venta de ISAGEN que representan alrededor de un 20% de lo que sería el costo total del proyecto.
Es loable el esfuerzo que está haciendo el alcalde Gutiérrez por buscar mecanismos de financiación, ya que las posibilidades de acceso al crédito nacional o internacional están limitadas por las condiciones que impone el Ministerio de Hacienda para mantener la sostenibilidad de la deuda en los municipios y minimizar el riesgo cambiario y del mercado financiero. La situación exige cautela, para no resultar haciendo malabares con las finanzas municipales, cuyo buen manejo también ha sido históricamente muy bien evaluado.
Bajo el entendido de que es obligatorio que la nación ayude a la cofinanciación de los sistemas de transporte masivo de las ciudades, me uno a las muchas voces que afirman lo reiterado en el primer párrafo de este artículo: para llevar a cabo a la construcción del corredor vial de La 80, la cual no solo está contemplada en el Plan de Desarrollo del alcalde Federico Gutiérrez “Medellín cuenta con vos”, sino que también es uno de los proyectos de alto impacto previsto en el Plan de Ordenamiento Territorial de Medellín, es indispensable, equitativo y justo que el Gobierno Nacional se meta la mano al bolsillo.
