Hace año y medio, el 24 de febrero del 2017 murió Roberto Esper, un reconocido periodista de Barranquilla. Tenía noventa años. Cuatro años antes había hecho una de sus últimas y audaces movildas: adquirir el periódico bogotano El Espacio. Con este completaba su paquete d medios que había ido armando desde los años setenta con su Grupo La Libertad que incluye seis emisoras radiales y el periódico que lleva su nombre y la revista Fama. El diario bogotano se convertía en la joya de la corona: había vuelto millonario al ganadero Jaime Ardila Casamitana, fortuna que heredó su hijo Pablo quien aprovechó el popular medio para llegar a la gobernación de Cundimarca y hoy vive a sus anchas, rebosante de lujos en el exterior.
Roberto Esper vio armar de ceros en los años 50 el patrimonio familiar alrededor de las telas y los supermercados Robertico. La vena comercial libanesa heredada por el primogénito de los Esper floreció en el negocio de los medios de comunicaciones. En los años 70 empezó como en catarata a fundar emisoras en ciudades y pueblos a lo largo y ancho del caribe colombiano: Radio Libertad, Radio Aeropuerto, Emisoras Unidas, Emisora 1220 AM, Radio Playa, Radio Torices en Cartagena y Radio Ondas del Caribe en Santa Marta. Veinte años después quiso buscar influir en la opinión y la vida política de la región y en 1979 fundó el periódico La Libertad. Casi treinta años, a finales del 2013, se propuso dar el salto en el terreno nacional con la compra a Pablo Ardila del periódico heredado de su padre: El Espacio, uno de los primeros vespertinos sensacionalistas de la capital del país.
Un infarto le frenó su carrera que no paraba supervisando oficinas entre Barranquilla, Santa Marta Cartagena y Miami. El emporio familiar que se transformaría casi que al instante de su muerte en un campo de batalla familiar. Mientras Esper se debatía entre la vida y la muerte en la Unidad de Cuidados Intensivos en la Clínica Iberoamericana de Barranquilla, sus hijas iniciaban una agria disputa que está lejos de resolverse.
Luz Marina, la mayor de las Esper Fayad había sido la escogida por el padre, para ponerse al frente de los medios. Siempre fue cercana al negocio y desde su adolescencia se interesó por las emisoras e hizo sus primeros pinitos como programadora de Radio Aeropuerto con una música de baladas que llegaron a colocarla entre las más escuchadas de Barranquilla. Fue la directora de la revista Fama, quien también formaba parte de los medios que dominaba su papá. Aprendió en México claves con para enriquecer la oferta de entretenimiento hasta traer artistas extranjeros a Barranquilla. Los intereses de su hermana Nadime iban por otro lado.
Terminado el novenario por la muerte del patriarca de la familia comenzaba una rivalidad soterrada pero furiosa entre las dos hermanas. En el momento en que Luz Marina se alistaba, como un sobreentendido, a tomar riendas de la rentable empresa mediática la sorpendió su hermana Nadime con un as escondido bajo la manga: una escritura pública del 2014 en la que Luz Marina Esper Fayad vendía y transfería los derechos herenciales que le correspondían en la sociedad Esper Editores-Roberto Esper &Cia Ltda.
Un par de meses después ocurrió un hecho impensable para Roberto Esper: después de 18 años, el lunes 1 de mayo La Libertad no circuló. El pleito de las dos hermanas había trascendido el ámbito familiar y los gritos y agresiones por el poder habían llegado hasta las instalaciones del periódico .
El sábado 29 de abril Luz Marina había puesto a rodar en redes un audio en el que contaba de viva voz la situación: “Yo iba saliendo del periódico y yo entré (sic.)y ni siquiera me había dado cuenta del vigilante que me había colocado mi hermana y al parecer Darío Tarud (esposo de Nadime) me agrede así de chévere porque yo no tenía por qué entrar, porque ellos tienen un listado donde los otros Esper, ni mi hermano Eduardo, ni mi sobrina Daniela, ni mi persona pueden entrar a La Libertad. Entonces como yo había entrado, el tipo me metió la cuestión y me pegó en la mano”.
En simultánea, su hermana Nadine alistó el contragolpe. Preparó un aviso para publicar en la primera pagina de la edición del 1 de mayo una nota aclaratoria con la información accionaria de la empresa advirtiendo que Luz Marina Esper no era socia y que desde el 2014 había vendido su participación en el diario La libertad.
Al enterarse de lo decidido por su hermana, Luz Marina tomó por asalto las instalaciones del periódico en el viejo Prado y en la madrugada, con los ejemplares impresos y listos para entregárselos a los voceadores y repartir en puntos de venta, acompañada de 30 personas retuvo la edición del periódico.
El efecto de la pelea entre las dos hermanas se reflejó pronto en los números del periódico. El 2017 fue un año negro para La Libertad. Durante siete meses, mientras duró el pleito legal, los empleados no recibieron sueldo. Muchos fueron despedidos por una decisión de Nadime, hasta que el 24 de diciembre del 2017 Luz Marina retomó el mando y investida de la representación legal y la gerencia que consiguió con el pleito judicial, volvieron los pagos al periódico.
Sin embargo las aguas no se han calmado. El pasado martes 11 de septiembre Luz Marina fue sorprendida con una incómoda visita en las instalaciones del periódico y el radio La Libertad. Funcionarios del CTI allanaron el edificio en cumplimiento de una orden de un Fiscal de Derechos Humanos en Bogotá por el funcionamiento sin licencia de dos de sus emisoras: la 1220 y Emisoras Unidas.
Ni siquiera este problema de calibre mayor ha unido a las hermanas para defender la empresa familiar. Nadine no se resigna a perder el mando y la sigue rondando la escritura del 2014 que de demostrar su validez sacaría definitivamente a su hermana del camino.