El mea culpa del ELN por el asesinato del obispo de Arauca

El mea culpa del ELN por el asesinato del obispo de Arauca

Esta es la explicación que da la organización del porqué el Frente Domingo Laín dio la orden hace casi 28 años a quien el papa Francisco beatificó

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septiembre 15, 2017
El mea culpa del ELN por el asesinato del obispo de Arauca

En ocasión de la visita del Papa Francisco al país, ocurre la beatificación del obispo Jesús Emilio Jaramillo; lo que revive sentimientos encontrados, dado que los motivos para recibir tal reconocimiento, pueden estar en contradicción con algunas de sus prácticas, como guía espiritual. En estas circunstancias es necesario rememorar el contexto en que sucedieron los hechos trágicos, en que perdió la vida Monseñor Jaramillo.

En respuesta a las políticas antinacionales y favorables al saqueo de los recursos naturales por parte del Estado, en el Ejército de Liberación Nacional levantamos una política nacionalista para defender los intereses nacionales y de las comunidades de la región. En esa dirección logramos que la empresa explotadora pagara un impuesto de guerra y un impuesto social para las comunidades.

Irregularidades en el manejo de este fondo social, por parte del obispo Jaramillo, así como su estrecha relación con los grupos paramilitares en la región, llevo a la Dirección Ampliada del Frente Domingo Laín Sanz a orientar la retención del obispo.

En ese momento estaba en realización la Asamblea Regional, máximo evento democrático en la región, quien asumió un Juicio político al obispo, con las siguientes consideraciones:

El Frente Domingo Laín con su acción político-militar, generó un impuesto de guerra y un impuesto social para el beneficio de las comunidades, exigido a la compañía petrolera por donde cruza el oleoducto Caño Limón-Coveñas. Dicho impuesto social fue manejado por una Junta Popular llamada Plan Social para Colombia (Pascol), administrada por el obispo de Arauca, Jesús Emilio Jaramillo. El millonario fondo no cumplió los propósitos sociales pre-establecidos, porque hubo malos manejos, tipificados judicialmente como corrupción.

Ramón Isaza y Otero planearon llevar el proyecto paramilitar a los territorios donde se realizaban los megaproyectos de las transnacionales en Arauca. En 1982 implantaron   embriones de grupos paramilitares en Caño Rojo, municipio de Saravena; el que fue desmantelado de raíz en sus inicios. Luego crearon el Grupo Cívico Armado de Arauca (Cruciagar); organización criminal que el obispo Jaramillo apoyó desde el principio, la que produjo decenas de decapitados, quemados con ácido y asesinados en el sitio llamado Caño Jesús de Arauca, capital. Ir a la capital araucana era pena de muerte para los pobladores del Sarare, Tame, La Esmeralda y Arauquita. Campesinos, ganaderos, sindicalistas y dirigentes comunales, vivieron en carne propia la barbarie de este proyecto paramilitar.

El señor obispo se apartó de su ejercicio pastoral y de guía espiritual, para hacerse  cómplice de estas acciones paramilitares, condenando toda acción legítima y justa de las clases pobres y explotadas.

El Segundo Congreso del ELN, que sesionó días después de la muerte trágica del obispo Jaramillo, la censuró y emitió una declaración oficial el 19 de noviembre de 1989, en la que calificó este hecho como incompatible con la política del Ejército de Liberación Nacional; además de reprocharlo como un acto de indisciplina, al no ser orientado por la Dirección nacional ni por la Dirección regional. Tras esa resolución, se adoptaron las sanciones correspondientes.

Hoy reafirmamos el rechazo a esta actuación, sumamos la correspondiente autocrítica y manifestamos un sentido pedido de perdón por esos lamentables sucesos. Asumimos, de esta forma, nuestro compromiso público para que hechos semejantes no vuelvan a ocurrir.

Que sea el pueblo quien saque las conclusiones. Consideramos que la “Verdad toda, verdad todos”, es un principio que debe guiar las esperanzas de paz y de reparación de las víctimas.

Esperamos que a este acto de verdad y memoria se sume el esclarecimiento de los miles de crímenes, que han sido cometidos en Arauca bajo la responsabilidad del Estado y de quienes amparan esta violencia contra el pueblo. La sociedad colombiana merece conocer, también, las responsabilidades de quienes, desde diversos intereses promueven una estela de muerte que acecha a esta castigada región, y al país.

 

 

Dirección Nacional

 

Ejército de Liberación Nacional

 

Septiembre de 2017

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