El viernes 16 de septiembre, un viernes como cualquier otro, salí del trabajo con algunos amigos y amigas en busca de fiesta, así que fuimos a El Picó, nuevo bar de champeta en la 82 con 12A.
Todo iba bien hasta que un tipo mayor, aparentemente extranjero y piloto (pues vestía de pies a cabeza el uniforme y las preseas de capitán sobre sus hombros) le pareció bien tocarme las tetas sin mi consentimiento. Reaccioné como reacciono siempre que un tipo abusivo se pasa de listo conmigo y alcancé a ponerle un par de puños encima mientras se hacía el tonto y seguía su camino hacía el baño del lugar. Sí, las mujeres también podemos defendernos solas ¿Y? Cualquier sujeto que crea poder tocar abusivamente a alguien, merece que lo pongan en su sitio y le dejen claro que NO PUEDE HACERLO.
Ver: Respuesta del bar El Picó a la mujer a quien le tocaron los senos
Mis amigos vieron todo, y enseguida recurrimos a los bouncers del lugar para que hicieran algo al respecto. Pero nos encontramos con el siguiente argumento. “NO PODEMOS SACARLO PORQUE DE PRONTO EL TIPO TIENE MUCHA PLATA Y PODER” y “NOSOTROS NO PODEMOS HACER NADA, PORQUE NO VIMOS NADA”.
También recurrimos a dos socios del bar, y nos encontramos con la respuesta más indignante. Uno de ellos me dijo: “CÁLMATE ESO QUIERE DECIR QUE LAS TIENES RICAS” El otro guardó silencio en complicidad. Es decir, según estas personas no solo debo dejar que pase, sino agradecer y sentirme #bendecida y #afortunada. La mentalidad que aprueba estas conductas, es lo que nos tiene jodidas, es lo que hace que los abusivos continúen haciendo de las suyas. Manifestar rechazo e inconformidad porque me toquen las tetas (o cualquier parte del cuerpo) NO es una exageración, es un derecho (porque también fui tildada de showcera).
¿Cómo es posible que pasen estas cosas, que aun apelando a la seguridad del lugar no se tomen medidas al respecto? El Picó está lleno de bouncers, tipos gigantes y fuertes pero al parecer sin una gota de humanidad ni de coherencia con sus funciones: PROVEER SEGURIDAD. El agresor siguió tranquilo y campante sin ninguna consecuencia dentro del bar, y a nosotros se nos sugirió muy amablemente (NOT) que mejor nos fuéramos.
Obvio nos fuimos, pero porque no queríamos seguir en este lugar.
Si yo tuviera la oportunidad y el poder para sacar a un abusador que ha atentado contra CUALQUIER MUJER DEL MUNDO, lo haría. Callar y quedarse de brazos cruzados es sinónimo de complicidad y aprobación.
Triste mentalidad machista que continúa celebrando el abuso a la mujer.
Quiero hacer énfasis en que el norte y el único objetivo de todo esto no es destruir ni al sitio; el objetivo es construir a partir de lo que ya pasó, que en el futuro cuando se presenten estas situaciones se manejen con respeto y de manera correcta, en El picó y en cualquier sitio. Y también es una invitación a que las mujeres descubran su voz y la usen para denunciar el abuso en cualquier circunstancia. No hay que callar, rompiendo el silencio hacemos la diferencia, sin importar lo pequeña o grande que sea. No hay mejor profesor que un error, espero que esto sirva de lección para los bares, sus staffs y la forma de abordar este tipo situaciones.
Ah, y otra cosa: el portal Pulzo se atrevió a coger mi estatus de Facebook sin ningún permiso ni nada. No me llamaron, ni me contactaron por Facebook. Nada.
