Está de moda “salir del clóset” de todos los clósets. Eso me parece muy bien. Lo que en terapia se llama “sacar los esqueletos del clóset”
Esto libera, demuestra que no existe nada inconfesable y que al sacar el esqueleto encerrado y medio podrido, nos sentimos liberados y ligeros de equipaje.
Han salido paulatinamente del armario hombres y mujeres con identidad sexual diferentes a la ordenada por los cánones de la Iglesia católica. Han salido hombres de razas diferentes que osaron lanzarse a las arenas políticas y triunfaron. Han salido comedores compulsivos que una vez reconocidos, enfrentan su situación sin odiarse a sí mismos. Han salido guerrilleros, que por las buenas o por las malas decidieron contar sus atrocidades.
Han salido las guacas de las Farc al aire. Se ventilan las cosas, y el aire se vuelve más respirable. Ahora la moda es salir del clóset en materia religiosa o de fe. Periodistas y ciudadanos de la política y la dirigencia han resuelto reconocer su ateísmo. Los masones también se destaparon. Recuerdo la sentencia terapéutica de que “el ser humano es tan enfermo como sus secretos” y de alguna forma todos queremos sanar.
Periodistas y ciudadanos de la política y la dirigencia
han resuelto reconocer su ateísmo.
Los masones también se destaparon
Yo personalmente prefiero creer. Sin ataduras a ninguna religión, aunque fui bautizado, educado o maleducado. Me atreví a no creer en una cantidad de inventos que jamás tuvieron nada que ver con las enseñanzas de Jesús, el más berraco, aventurero, osado y transgresor de la humanidad, cuyos actos y pensamientos le valieron la crucifixión en un tronco de madera, los cientos de latigazos, el escarnio del pueblo, etc.
No milito en ninguna religión. Me parece que ellas son la causa de la mayoría de las guerras, los genocidios, las persecuciones y las atrocidades que se han cometido a través de la historia. No acepto el Dios castigador, el Dios asexual, la virginidad de una madre, el celibato, el infierno, el limbo, el purgatorio, la pederastia de los curas, el poder económico y desafiante del Vaticano, las ambigüedades de muchos papas que se creen representantes de Dios y que hablan en nombre de él. No quiero misas y por eso no asisto a ellas.
Pero sí creo. Creo profundamente, inalterablemente en un Ser Superior, a quien quiero, en quien confío, que me guía y me acompaña cada veinticuatro horas. Confío y creo. Lo veo en las flores, en el viento, en el agua, en los árboles, en los atardeceres, en las noches de luna, en la música. Creo en ese Poder Superior y me fascina Jesucristo. Me va bien. Me siento mejor. No tengo miedos. No soy, por lo menos eso creo, fruto del azar cósmico ni de una explosión sin sentido. Me parecen del carajo Alá, Buda, los tótems, los ángeles de la guarda, los dioses del África. Sin religiones ni dogmatismos feroces. Así estoy bien.
@josiasfiesco