Jamás diría eso de mi mamá quien, con seguridad, está en el cielo hace 17 años. “Me mamé” es el título de una canción que conocí por mi colega Carlos Ruiz y que traigo a colación por la próxima celebración del Día de la Madre, pues habla de un joven que está literalmente mamado de todo, hasta de su mamá y de su abuelita que lo obliga a rezar; propio de la rebeldía juvenil y yo lo fui bastante. ¿Quién en algún momento no sintió cansona a su mamá? Y aunque a mí también me pasó, porque además siempre tuvo la razón, debo decir que más allá de sus defectos tuve una mamá muy especial… ¡Espectacular! Y quiero rendirle un homenaje contándoles cuán particular era, porque de verdad fue muuuy distinta. Con decirles que nuestros amiguitos no nos iban a buscar a mis hermanos y a mí para jugar, sino a ella. Sí señores. Mi mamá montó patines, bicicleta, patineta, monopatín y saltó lazo parejo con nosotros. Y qué decir de los juegos al aire libre. Ella nos enseñaba jugando con nosotros soldados libertados, quemados, ponchados, moros y cristianos, golosa, escondidas, stop, bandera y muchos más. Como crecimos en pueblos, hasta saltamos llantas con fuego. ¡Pasábamos felices! En Halloween organizaba a todos los niños de la cuadra para ir en grupo a pedir dulces, reunirnos después en mi casa, repartirlos todos por igual ¡y jugar!l; si a alguno le faltaba disfraz, lo conseguía. En Navidad, con las novenas sucedió igual y hasta les ayudó a los curas salvatorianos a organizar actividades para construir la iglesia. Tenía toda la energía del mundo.
Vino nuestra adolescencia y aparecieron las rumbas y las tusas con el desamor. Desde que tengo uso de razón la recuerdo bailando y eso se lo heredé; ¡me fascina bailar! De hecho me lo enseñó cuando yo tenía apenas tres años. Era tan alegre, que si a cualquier hora del día sonaba una canción que le gustaba, se ponía a bailar, y si yo estaba por ahí, ya éramos dos en las mismas. Crecí de rumba con Lucho Bermúdez y Pacho Galán, pero también con Celia Cruz, el mambo, el twist y el rock and roll, porque era buena para todo. Por esa época ya era música vieja, pero igual se adaptó a Pastor López, Los Melódicos, La Billo’s y a todos lo de la época sin ningún problema. Recuerdo que a las fiestas mi papá nos mandaba con ella y, contrario a lo que se imaginan, era muy chévere porque no era la mamá fiscal. Si veía a muchas jovencitas sentadas y a numerosos muchachos en corrillo hablando, como suele suceder, se acercaba a ellos y les decía: “Bueno muchachos, a bailar que miren todas esas niñas lindas sentadas”, y se los llevaba a sacar pareja; pero si alguno se quedaba solo, pues bailaba con él; nada usual, por supuesto. Todos nuestros amigos la quisieron mucho y les gustaba que fuera a las fiestas. Cuando la veían llegar decían: “Uy, llegó Rosela. Tocó bailar” y se reían. ¡Qué recuerdos! Pero también vinieron las tusas, y con ellas los boleros. En mis momentos de tristeza, mi mamá me cantó todas las canciones de Los Panchos. Así me aprendí Rayito de luna y Triunfamos, entre muchos otros. Pero también estuvieron presentes los juegos de mesa: parqués, cartas (tute, 21, solitario, manotón) damas chinas, damas, dominó, monopolio, uno, rummikub, rompecabezas, ruta, agalludo y muuuuuuchos más. Eran famosas las jugarretas y el ajiaco después de las fiestas “donde los Gracia”, porque éramos los únicos bogotanos del vecindario.
Mi mamá se murió cuando apenas tenía 57 años, hace 17; demasiado rápido para mi gusto, pero nos dejó un gran legado de valores, de unión con mis hermanos y de perdón con quienes nos hacen daño. Los valores los vivo a plenitud, a mis hermanos los adoro y son parte irremplazable de mi vida, pero debo confesar que aunque el perdón me cuesta un poco, hago el ejercicio.
Feliz Día de la Madre a todas las mamás, cualquiera que sea su estilo. La mía, sin duda, ¡la más particular de todas; un maravilloso regalo de Dios!
¡Feliz resto de semana!
