No habían pasado 15 minutos del anuncio cuando los grandes medios de información brasileros se quejaban de la designación de Carlos Velasco Carballo para pitar el juego que su selección disputaría contra su par colombiano. Física presión. “El árbitro Madrileño Contra Neymar” fue el titular de un diario paulista estableciendo una posible sospecha de mano negra contra el Scratch, ya que el polémico juez le había dejado de pitar tres claros penales al Barcelona y expulsado injustamente a Piqué en un partido que los azulgranas cayeron contra el Sporting de Gijón y que a la postre le abriría las puertas para que Mourinho ganara su única liga con el Real Madrid.
La prensa brasilera, lanzando este absurdo resquemor, entonces no hizo otra cosa que seguir las órdenes que había dado Scolari al otro día del susto que se llevaron en el partido contra Chile. Felipao, sabiendo que el grupo presentaba una alta carga de estrés que ya empezaba a notarse en la cancha con el llanto constante de Julio César y la negativa por parte de Thiago Silva, capitán del equipo, de patear un penal, citó en Granja Comary, el bunker donde se concentran los pentacampeones, a los periodistas deportivos más importantes del país y les ordenó, respaldado por supuesto por la presidenta Dilma Roussef, hacer un circulo a favor de la selección en donde no estaría permitido una crítica al funcionamiento del equipo, ni al pésimo momento de alguno de sus jugadores y desde la radio, la prensa y la televisión, volcarse con fanatismo desenfrenado a apoyar sin restricciones a la verdeamarella. Un mensaje más para Velasco Carballo.
Eso explica que desde titulares descontextualizados como el anterior, se fuera generando un ambiente de desconfianza en torno a la justicia que impartiría este ingeniero de 43 años, salido de las entrañas del arbitraje madrilista y a quien la prensa catalana no se ha cansado de señalarlo como un empleado más de la extensa plantilla del Real.
James Rodríguez asombrado de su tarjeta amarilla impartida por el árbitro Carballo / Foto: Mirror.co.uk
Su reputación de árbitro localista quedó claramente comprobada cuando el pasado viernes permitió que los toscos defensas brasileros cosieran a patadas a James Rodríguez, el crack de turno que los enfrentaba. Cuando el genio colombiano decidió desquitarse con una entrada brusca a Luiz Gustavo el español no dudó en sacarle la tarjeta amarilla, a pesar de que él había recibido cinco faltas seguidas sin que a los brasileros si quiera los hubiera reconvenido verbalmente.
Los números al final del encuentro marcaron claramente una tendencia en favor de los dueños de casa. Brasil, el otrora exponente del Jogo Bonito, había cometido, en los últimos 45 minutos, 28 faltas, con un escandaloso promedio de una cada medio minuto. Curiosamente Grecia, un equipo que siempre se ha caracterizado por su rudeza a la hora de marcar, le hizo a Colombia 16 faltas en todo el partido, una tercera parte de las que cometieron los de Scolari.
Los de Pékerman, que eran visitantes y en teorías inferiores, apenas llegaron a faulear en 17 oportunidades. Una de ellas fue una falta que James Rodríguez no cometió y que a la postre significó el segundo y lapidario golazo de David Luiz.
El capitán del equipo Colombiano reclama el equilibrio del partido al árbitro español. Foto: AP/LaPresse
Su preferencia por el local no terminó allí. Dos de sus fallos arbitrales incidieron directamente en el resultado. El gol de Yepes, que significaba el empate colombiano, se anuló injustamente, ya que como se puede ver en el siguiente video o Velasco Carballo no conoce el reglamento o estaba siguiendo órdenes de la FIFA. Todo indica que pasaron las dos cosas.
En el penalti que le hace a Carlos Bacca, el arquero Julio César debió ser expulsado porque el delantero barranquillero era el último hombre y se dirigía claramente al gol. Faltaban, en ese momento, 18 minutos y viendo los nervios y el desgaste físico del que hacían gala los brasileros, se podía pensar que con 10 hombres a Brasil le hubiera quedado muy difícil mantener la ventaja.
Fieles al guión que les había dado Felipao, los periodistas brasileros usaron el desafortunado accidente en el que Zuñiga se estrelló contra Neymar como una cortina de humo que ocultara lo que para Diego Maradona significó “El peor arbitraje que he visto en 15 años”.
Lo que más ha impresionado a la prensa internacional es el cinismo que tuvo la FIFA al felicitar al árbitro español “Por el gran desempeño demostrado en tan trascendental partido” y según Marca “Es un firme aspirante para pitar la final” lo cual le daría, sin duda, un plus extra a los dueños de casa.
El periodista Juan Pablo Barrientos viajó en el mismo avión con Velasco Carballo de Fortaleza a Río de Janeiro y él afirma que escuchó claramente cuando el colegiado le comentó a uno de sus acompañantes “Me ha llamado Blatter y me ha dicho que ha estado muy contento”. Comentario que ha suscitado todavía más indignación entre los aficionados colombianos que todavía lloran la eliminación de su equipo.
Ese llanto impotente y rabioso es el mismo que expulsaron los hinchas del Betis cuando hace seis meses vieron cómo el mismo árbitro les había dejado de pitar dos penales y anular un gol a su equipo en el clásico que perdieron, en condición de visitante, contra el Sevilla dos goles por cero (2-0).
Jugadores como Messi también han protestado la forma como el árbitro dirige los encuentros deportivos. Foto: Marca.com
Carlos Velasco Carballo no se ha ido aún de Brasil. Al parecer la FIFA, que aunque pueden ser ladrones son hombres de palabra, le ha prometido pitar la final Brasil-Argentina si obedecía. No le costó ningún trabajo. Como le dijo a un periodista de As de Barcelona en una entrevista realizada hace dos años “La clave del éxito de un árbitro es no entrar en cuestionamientos o en polémicas. Aunque como soy madrileño nunca podré pitar un clásico entre Barcelona y Real Madrid, la vida me ha recompensado permitiéndome pitar un mundial. Para llegar hasta acá siempre he hecho lo correcto”. Y claro que ha seguido la senda que es. Si quieres ser un árbitro internacional en los tiempos en donde a la FIFA ya no le importa disimular que es un cartel, tan sólo tienes que asentir cada vez que Blatter te llama. Hablarán mal de ti durante unas semanas pero pitarás la final de un mundial.
Todo se olvida, hasta la mala prensa.
