'Me gusta ver el lado oscuro que nos hace brillar'

'Me gusta ver el lado oscuro que nos hace brillar'

Conversación con Wvenly Ríos Toro, autora del recientemete publicado 'Un libro de cientos', obra de doce relatos presentado en La Feria del Libro de Cali

Por: Manuel Tiberio Bermúdez Vásquez
octubre 31, 2021
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'Me gusta ver el lado oscuro que nos hace brillar'
Foto: Pixabay

Tiene un nombre, casi impronunciable, enredado, pero en cambio es dueña de una escritura limpia, clara, precisa, contundente para contar las historias de los personajes que desde hace tiempo acompañan su quehacer de escritora de historias.

Sabe que las palabras sirven para acariciar, para golpear, o pueden ser bálsamo que sana, pero, sobre todo, conoce la fuerza de las palabras para producir emociones.

Se llama Wvenly Ríos Toro, y acaba de presentar, en esta Feria Internacional del Libro Cali, 2021, su primer compendio de cuentos que tituló: Un libro de cientos, es además Promotora y fundadora del Grupo de Tertulia Literaria Cismátikos, de Cali, Colombia.

Es oriunda de Marsella, un pequeño pueblo de Risaralda que tiene una hermosa casa de la Cultura la que parece que sus tres niveles, estuvieran parados sobre zancos de guadua. Su arquitectura es orgullo de los pobladores del lugar y también es una pieza especial para el patrimonio cultural de los risaraldenses.

Hablé con Wvenly, mejor dicho, con Wve, reducción de su nombre, con el que la nombran todos sus amigos ante la dificultad para pronunciar el de bautismo. Quise saber de su oficio, de porqué ha escogió la escritura para pronunciarse ante el mundo.

¿De dónde surge esto de escribir?

“De la necesidad de llenar el vacío que muchas veces siento bajo los pies. De darle la solución a una angustia, a la incredulidad. Del cumplimiento de una espera”..

¿Qué fue lo primero que escribió y qué comentarios recibió sobre lo escrito?

“Lo primero que escribí, sin saberlo, fue literatura sin formato: cartas. En la adolescencia mis amigas tenían “novios”. Se usaba escribir y recibir cartas, esquelas. Algunos habían migrado a Estados unidos o a Venezuela. A las muchachas les llegaban interminables y detalladas cartas que luego, me confesaban, no sabían cómo responder. Querían impresionarlos, sostener el amor, la intimidad, el vínculo en las distancias soportadas en papel. Me leían aquellas cartas y yo escuchaba con asombro, conmovida. Y, a pedido de ellas, un día comencé a escribir, a meterme en su piel, a responder por ellas las cartas, que algunas veces contenían fragmentos de sus vidas, en otras les inventé muchas mentiras. Las cartas, en el ámbito de sus vidas privadas, fueron un éxito. Y cogí fama de 'cartera'”.

Usted ha asistido a varios talleres de escritura. ¿Sirven estos talleres para perfeccionar el oficio de escribir?

“A mi parecer, sí. Porque los talleres de escritura son el nicho por excelencia de la práctica de la lectura, no sólo por placer. En ellos se aprende a leer con perspectiva de escritor. Se aprende a leer por géneros. Se aprende a acercarse a los cánones, pero también a separarse, a establecer diferencias. Se aprende a escribir desde la fundamentación de la escritura, con herramientas y aspectos técnicos. Además, los talleres son espacios donde se aprende a corregir. Un taller es un privilegio: entre pares se promueve y apoya la corrección cruzada como el mejor medio para el mejoramiento de la escritura.

¿Qué significa para usted escribir: es un pasatiempo, vocación o pasión?

“Escribir es un oficio. Y los oficios son un llamado natural, una vocación. Significa sostener con esfuerzo el lujo de una pasión, la de contar”.

¿Qué le motiva a escribir sus historias? Y qué género le atrae más: ¿la novela, el cuento?

“A mí me llaman la atención las emociones, las pasiones, las “cosas” que se viven en el cuerpo y que vienen de los movimientos, de la confusión, de la turbiedad del interior. Soy intuitiva, reproduzco emociones, aquellas que no se remiten, que se empozan dentro de mí. Lo que hace sufrir o lo que hace gozar, usando las palabras de Hélene Cisoux. Cuando una sensación no pasa, intento comprenderla y entonces comienza la historia a perseguirme, luego escribo. Me gusta el cuento, sin embargo, ahora trabajo en relatos que podrían ubicarse en lo que suelen llamar la “frontera móvil”, es decir, textos que no necesariamente tienen la estructura canónica del cuento. Las etiquetas me estaban comenzando a incomodar.

¿De dónde saca los personajes de sus cuentos?

De vivir y de observar la complejidad de la condición humana, sus vacilaciones, la incertidumbre, el lado oscuro que nos hace brillar. Ellos son el rostro de Jano con entradas y salidas de momentos existenciales que dan forma y movimiento a sus acciones y a las de otros.

Para esta Feria Internacional del Libro usted ha entregado a la consideración del público su libro de cuentos Un libro de cientos. ¿Por qué ese título?

“El título es el resultado de una conversación vía WhatsApp con un gran amigo, escritor, quien en ese momento vivía en Londres. Una madrugada le escribí y por error le dije que estaba armando un libro de “cientos” y él, me corrigió: será de cuentos… pero también será de cientos, porque aquí se escribe mucho, pero se lee poco”. Sus palabras resonaron por mucho tiempo en mi cabeza. Y así lo dejé: Un libro de cientos. Tiene el espíritu de un libro “de cientos” de muchos, que no se leen. Un libro de aprendiz.

¿Es su primer libro o ya tiene otros publicados?

Es mi ópera prima. He publicado en forma separada cuentos, crónicas y algunos poemas.

¿Con qué se va a encontrar el lector de su libro?

“Escribo para contar historias que pasan todos los días y uno no se da cuenta, y que en ocasiones van más allá de la realidad. En Un libro de Cientos un lector encontrará espacios en los que volverá a pasar por el corazón alguna emoción, escuchará silencios, seguirá los rastros de tramas simples. Observará sugestivas imágenes, porque la fotografía se integró a él. Chismoseará la vida de ilustres desconocidos y se vinculará emocionalmente con ellos, porque, a veces, se nos parecen.

¿Para qué escribir si hay tanta publicación, tanta firma, tanta historia tratando de destacar en medio de ese mar de libros?

“No estoy segura para que escribo, quizás por el íntimo anhelo que todos tenemos de hacer algo, de crear algo, algo que, con pragmático pesimismo, sé que no va a servir para nada. Claro que a veces reflexiono y me digo que en un mundo donde se le busca la “utilidad” a todo, escribir para el goce es un privilegio y una necesidad.

Cuando se publica es como si se pactara con el lector la posibilidad de seguirle entregando historias. ¿El primer libro es un reto para seguir adelante en este oficio difícil de contar?

“Con franqueza sí. Muchas veces tengo la sensación del “síndrome del impostor” ¿Cómo hice yo para escribir esto? Me lo pregunto al releer mis relatos y entro en estupor. Luego siento miedo, pero insisto.

¿Qué desea en el futuro como escritora?

“Quiero seguir viviendo la escritura como refugio. Escribir porque es necesidad, alivio, goce, o reencuentro, sin pensar mucho en los formatos, ni en la publicación; que lo que escriba pueda pasar de lo individual a lo colectivo. Y que algunos al leerme, se sientan en compañía de sus dolores y sus goces”.

Una reflexión sobre el oficio de escribir en esta sociedad tan banal que apenas si se lee un libro al año-dicen las estadísticas-.

“Yo pienso que hay que continuar escribiendo burlándonos de las barreras, sintiendo miedo, regocijándonos de usar el lenguaje, provocando cambios, promoviendo la audacia, el deseo de leer, rastreando pistas para escribir mejor, dispuestos y voluntariosos a empujar, a salir de nosotros mismos y buscar el contacto con los otros”.

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Hay que leer Un libro de cientos, porque como dice Julio César Londoño (quien escribió el prólogo): “Es una antología personal compuesta por doce relatos que hablan de vínculos en peligro, de seres abismados, vidas enfrentadas al desasosiego, al amor o al odio”.

Wvenly se ha lanzado al mundo de la literatura y ahí estamos nosotros sus lectores para seguir su huella en estos cuentos que nos presenta en su libro. “El imperio de su taconeo se desvanecía cuando yo la descalzaba” dice en 'Ángel de la guarda', el cuento que abre el libro y más adelante leemos: “pero comencé a temerle a sus frases como vidrios partidos”. El resto debe leerlo usted para adueñarse de sus historias.

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