Quindío Noticias puso un tuit con lo siguiente: “En video quedó registrado como un padre de familia reprende a su hija por participar en los desmanes sucedidos en la noche de ayer frente al CAI del Parque de la Vida en #Armenia ¿Qué opina usted de esto?”.
Aunque revisé el vídeo, no analicé bien la situación e inmediatamente respondí: “Me parece muy bien. Ni sabía ese papá que su hija estaba allí...”. Pero no, estoy seguro que sabía y, además, no debió ser mi respuesta, aunque a muchas personas les gustó.
Sin embargo, volví a revisar el vídeo y vi a un padre gritando, a una hija contestando y luego a un papá energúmeno dando un correazo. Ella trata de justificar su presencia en el lugar, pero el papá no escucha razones y la regaña sin importar que estuvieran en plena vía pública. Al papá poco le interesó que estuvieran grabando y le lanzó el correazo a la joven.
Cuando me arrepentí por lo que había escrito, ya era tarde. La respuesta de una joven a mi tuit decía: “No estuvo bien. Un buen padre la acompaña o la vigila y la cuida. 1ro porque eso es humillación, es maltrato y eso no puede ser aceptado en ninguna forma. 2do porque la rabia de los jóvenes es real y sustentable, muchos apoyamos, pero nos da miedo estar ahí”.
Respondí: “Tienes toda la razón. Me equivoqué”. Sí. Me arrepiento de haber escrito eso. Aunque los agentes evitaron que le diera más correazos a la joven, ella ya se sentía humillada y avergonzada.
A mis hijos jamás los castigué con correa o algo por el estilo. Nunca les pegué, pues siempre me pareció horroroso el hacerlo. Y en lugar de escribir lo correcto que hubiera sido: el diálogo en casa es importante y los hijos aprenden mucho de las conversaciones, el ejemplo y la enseñanza en el hogar, pero odian que se les humille en público y más, delante de los amigos.
Ahora, los jóvenes salen a protestar por las injusticias que ven a diario, por lo que sucede en el país, por todo lo que ven en diferentes vídeos que les llegan de distintas partes, es bueno respetarles su momento. Y esa joven estaba protestando, estaba en todo su derecho.
Se deben cuidar, sí, pero, cuando ellos entienden lo que sucede, lo más lógico es que expresen lo que sienten.
Por eso, la embarré, me equivoqué. Porque no está bien lo que hizo el papá de esa niña. No era la forma de actuar en ese momento. Debió hablar con ella, en casa, con tranquilidad. No en el momento en el cual la ira enceguece. Podía estar de acuerdo con la protesta, pero no aceptó explicación alguna, porque además prefirió gritarla y pegarle delante de todos y eso es malo. El vídeo se volvió viral.
Debemos entender a los jóvenes y comprenderlos mucho más. Me equivoqué y lo lamento. Esa no debió haber sido mi respuesta en ese instante.
Si nunca lo hice con mis hijos, ¿por qué aceptar lo que vi y mi respuesta fue contraria a lo que he sido?
Hoy, entiendo a la joven. Solo espero que, en casa, padre e hija hayan llegado a la reconciliación. No quisiera yo que todo se hubiera puesto peor en casa.
Y encontré una frase que cae como anillo al dedo: “Si para corregir necesitas humillar, entonces no sabes enseñar” (Abraham Morales).
