En ocasiones, debido a la cantidad de cosas que nos ocupan cada día, se nos olvidan, o le hacemos el quite, a las esenciales. Y es así como muchas personas terminan acomodándose a una situación que hace mucho tiempo dejo de hacerlos felices, o que es abiertamente toxica, y aprenden a caminar con una piedra en el zapato. Heridas siguen andando por el temor a quedarse solos, a los reproches sociales, o a quedarse sin el apoyo económico de su pareja. Y de pronto, llega la pandemia, y nos encierran a todos. ¿Cómo es eso de quedarse encerrado con alguien que ya no amas? ¿Cómo es eso de quedarse encerrado con alguien que amas, pero que ya no te ama, o que te engaña?
Este es el momento en el que se mueven las placas tectónicas de la vida, y será más fácil tomar decisiones que ponerlas en marcha. Lo cierto es, que nada volverá a ser igual. En el curso de los próximos dos años seremos testigos de cambios trascendentales, en el mundo y en nuestras vidas. Merece la pena reevaluar todo lo que se ha dado por cierto, y hacerse consciente de cuánto esta situación está sacando lo mejor y lo peor de la pareja y de sí mismo. La proximidad de la muerte también crea una nueva urgencia de pensarse desde otra perspectiva. Resulta inevitable preguntarse: ¿Que he estado haciendo con mi vida? ¿Cómo pude perder tantos años en algo que ni siquiera me hace feliz?
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