Hace un mes la presidencia de Mauricio Macri parecía remota. Muy remota. Pocos apostaban, siquiera, a que habría una segunda vuelta electoral en Argentina. Hoy, Macri confirmó que es posible lograr lo imposible. En medio de la euforia de siete mil seguidores abarrotados en el búnker de Cambiemos en Costa Salguero, escribió el triunfo con el 51,40 % de los votos, frente a 48,30 % de Daniel Scioli, el candidato de Cristina Kirchner. Doce años de kirchnerismo llegaron a su fin.
Argentina votó por el cambio que le ofreció el líder de Cambiemos que llegó a la política tardíamente. Porque Mauricio Macri empezó su carrera política el día que se animó a dirigir a Boca Juniors. Allí conoció la victoria. Como presidente del popular equipo ganó todo cuanto es posible en el fútbol. En la mítica Bombonera levantó varias copas Libertadores, la Intercontinental, y muchas de liga. Diecisiete títulos en total. Boca fue el equipo más ganador del planeta, y Macri consiguió un aura de popularidad que lo llevó directo a la arena política.
En Boca, Mauricio Macri rompió el destino empresarial señalado para alguien con su apellido. De un portazo salió de las empresas del grupo familiar en las que estuvo al principio de su carrera y cambió el futuro planeado por su padre, Franco Macri, un multimillonario del exclusivo club de los Pérez Compac, Rocca y Amalita Fortabat. Atrás dejó la gerencia de Socma (Sociedad Macri) y la vicepresidencia de la automovilística Stevel, a la que llegó después del muy conocido episodio de su secuestro a manos de la “Banda de los comisarios”, que lo liberó doce días después tras el pago de un rescate de seis millones de dólares.
"Desde que fui liberado empecé a vivir de una manera muy distinta", dice Macri al relatar el sufrimiento de su cautiverio. "Quedé más libre que nunca para hacer cualquier cosa, hasta para pensar por primera vez que podría crear mi propio destino".
Un destino bien distinto del que se vislumbraba para el pibe nacido hace 56 años en Tandil, una población cercana de Buenos Aires donde su madre, Alicia Blanco Villegas, era terraniente desde mucho antes de casarse con Franco Macri, el joven que había llegado de Italia huyendo de la Segunda Guerra Mundial. En el Colegio Cardenal Newman, de los hermanos cristianos de Irlanda, aún recuerdan al estudiante que se ganaba la reprimenda de los profesores por estar jugando fútbol con una chapita en el recreo. De ahí quedaron los mejores amigos, como Nicolás Caputo, con quien ha recorrido toda la vida empresarial y política. Fue él quien estuvo muy cerca cuando lo secuestraron —de hecho, llevó el dinero del rescate a los secuestradores—, fue él quien le apadrinó en su tercera boda, él es quien le habla al oído y pesa en sus decisiones.
En la Universidad Católica de Argentina se graduó de ingenio civil; después de pasar en Estados Unidos por la Universidad de Columbia, y la Universidad de Pennsylvania. La carrera normal de quien se prepara para llevar los negocios de la familia. Mientras estuvo cerca de su padre en el grupo Macri vio crecer el conglomerado empresarial de manera vertiginosa en la construcción, la industria automovilística, los correos, el transporte y los alimentos, con intereses en Argentina, Brasil y Uruguay. El emporio de 39 empresas se había tejido en buena parte bajo el paraguas del Estado en lo que se dio a llamar “la patria contratista” durante la dictadura militar. A eso tuvo que poner la cara en los medios y a las denuncias contra Stevel, acusada de una presunta maniobra fraudulenta con el comercio de autopartes hacia Uruguay, que absolvieron los tribunales. Mientras se recordaba el escandaloso debate porque dos de las grandes empresas del grupo accedieron a la estatización de la deuda privada que en 1982 puso en marcha el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo.
El secuestro y Boca cambiaron radicalmente el futuro de Macri. Sus cercanos dicen que después de esos dos episodios “se reinventó a sí mismo”. En Boca surgió el talante del nuevo empresario que remodeló la Bombonera, creó un Fondo de Inversión y administró el club con una visión empresarial y comercial novedosa para el mundo futbolístico de la Argentina de entonces. "Boca fue una experiencia personal única, que me cambió mucho y que me enseñó muchas cosas", comenta Macri cuando habla de su carrera. Tras haber sido diputado nacional —tarea simultánea con su presidencia en Boca—, empezó a labrar su carrera hacia las ligas mayores de la política. Macri se convirtió en Mauricio.
Fundó un partido, Compromiso para el Cambio, y se presentó en el 2003 como candidato a la jefatura de gobierno de la ciudad de Buenos Aires en una fórmula con Horacio Rodríguez Larreta. Macri conoció entonces las complicaciones de una segunda vuelta. En esa ocasión, si bien había sido el candidato más votado en primera, perdió con debate televisivo incluido, a manos del tándem oficialista de Aníbal Ibarra y Jorge Teleman. La revancha llegó en el 2007. Con la bandera de Propuesta Republicana (PRO), el partido que fundó en el 2005 junto a Ricardo López Murphy, lo logró.
Para la siguiente lección del 2011 peleó la reelección ante el kirchnerista Daniel Filmus. Esta vez, el balotaje fue para Macri y el PRO se consolidó en la Ciudad, pese a que muchos de sus seguidores pensaban que Mauricio en lugar de quedarse en ese sillón, debía lanzarse a la Presidencia. Pero no era el momento de disputar con Cristina Kirchner.
El tipo tranquilo, de muchos amigos “que ayudan a mantener el equilibrio”, y que no quiere tener enemigos porque “si odiás a alguien ya perdiste y esa persona te ganó”, había aprendido pronto a manejar los tiempos en la política. Y a manejar también la relación con su padre “que va y viene", según comentó en el pico del revuelo que se armó por una entrevista de Franco a la revista Noticias. En ese momento él era muy cercano al kirchnerismo, y se atrevió a decir que Mauricio "tiene la mente para ser presidente, pero no el corazón", y que no le deseaba llegar a la Casa Rosada para no perder "su propia vida" personal.
Quizá Franco se equivocó al hablar del corazón de Mauricio. Cómo no, si tiene su corazón en la política, en cuatro hijos y en tres matrimonios. A los 22 años se casó con Ivonne Bordeu con quien tuvo tres hijos: Agustina, Jimena y Francisco. En 1994, luego de divorciarse, volvió a casarse con la modelo Isabel Menditeguy y estuvieron juntos hasta el 2005. El 16 de noviembre de 2010 se casó con la empresaria Juliana Awada, de 40 años, la madre de su hija más chica, Antonia. Así fue como descubrió una nueva paternidad a los 50 años, sintiéndose "mitad padre, mitad abuelo".
Ahora la política ha desplazado al corazón. Con un estilo fresco y desenfadado se acerca a los electores, va casa por casa para conocerlos, toma mate con ellos, los oye. En marzo dio un batatazo político al formalizar una alianza con Elisa Carrió de Unión Cívica Radical y el radical Ernesto Sanz, con miras a las presidenciales. En junio se presentó el frente “Cambiemos”. En las primarias, la fórmula Mauricio Macri-Gabriela Michetti compitió con Ernesto Sanz y Elisa Carrió. Macri ganó la candidatura y fue segundo en todo el país detrás del sciolismo. El frente se mantuvo unido para encarar la primera vuelta.
Daniel Scioli era un candidato muy fuerte, nombrado a dedo por Cristina K, al que le impuso para vicepresidente a Carlos Zannini, la quintaesencia del kirchnerismo. Las encuestas auguraban que Scioli podría ganar en la primera vuelta con el 40 % de los votos y una diferencia de 10 % sobre Macri, tal como lo estipula la ley. El 25 de octubre fue el gran descalabro de las encuestadoras, la segunda vuelta fue una realidad: 36,8 % para Scioli, 34,3 % para Macri. En el búnker de Cambiemos en Costa Salguero, los resultados se recibieron como una estruendosa victoria entre globos y baile con ritmos tropicales acompasados con María Eugenia Vidal que a sus 42 años había conseguido el premio gordo de la gobernación de Buenos Aires.
La victoria del 22 de noviembre consolida el proyecto político de Macri después de ganar el gobierno de la ciudad y la provincia de Buenos Aires. La campaña, en su etapa final tomó un ribete más agresivo por parte del candidato oficial que intentó por todos los medios afirmar su independencia de la presidenta. “Si gano yo, mando yo, para que quede claro de una vez por todas”, soltó Scioli en una entrevista en Radio Mitre, la más escuchada del país y muy crítica con el kirchnerismo. Mientras repetía como un mantra que la devaluación que haría Macri al levantar el cepo sería la ruina. Macri se concentró en su propuesta de cambio. “Me comprometo a que los jubilados tengan un ingreso a la vejez, a bajar la inflación, impulsar el crecimiento y con la “Pobreza cero”, dijo. Además, derrotar el narcotráfico y unir a los argentinos. Ese fue su caballito de batalla.
Algo de eso se vio en el histórico y crucial debate del 15 de noviembre que terminó con una victoria de Macri a juicio de las encuestadoras y las redes sociales, donde la confrontación de ideas brilló por su ausencia en medio de la cautela. Lo que también fue evidente es que el candidato de Cambiemos se impuso por su desenvoltura y una actitud fresca y cercana con sus potenciales electores.
Fuera de un escaso debate ideológico, el mes previo a la segunda vuelta se concentró en la estrategia. Fue el momento de quienes escucha con mayor atención el hombre que con el tiempo aprendió a escuchar. Los que le ayudaron a tomar las decisiones más sensibles, y quienes serán parte privilegiada del círculo rojo del poder macrista
Estos son algunos de los “hombres del presidente”. Para empezar, su consultor predilecto, el ecuatoriano Jaime Durán Barba que basa sus apreciaciones en los focus group que el mismo realiza, y Marcos Peña, que lo asesora en comunicaciones y ha sido el jefe de la campaña presidencial. En el plano personal el primero es, desde luego, su íntimo amigo Nicolás Caputo, capaz de imponer a Gabriela Michetti como la fórmula vicepresidencial. Y otro compañero de colegio, José Torello, un “bon vivant” que es el apoderado del PRO en la provincia. En política, Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal, electos para gobernar la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires. En la mesa de decisiones también está el actual presidente de Boca, Daniel el Tano Angelici, su compañero de gestión y conocido mundialmente porque fue el tesorero que se negó a pagarle a Juan Ramón Riquelme una fortuna por su contrato. En economía está Rogerio Frigerio, nieto, especialista en economía regional. Su abuelo fue ministro de Arturo Frondizi y se dice que será uno de los funcionarios de consulta regular.
El domingo, “la opción no peronista” de la campaña puso el punto final a la llamada Era K, de Néstor y Cristina Kirchner. Como en los viejos tiempos de juego de cartas en casa de su padre, Macri lanzó el as del cambio sobre la mesa electoral. Y ganó la partida.