El pasado viernes ministros y funcionarios del nuevo gobierno se reunieron en la Casa Presidencial de Hato Grande en Sopó, sin embargo, al final de la reunión que era más parecida a un retiro espiritual, el presidente Gustavo Petro le llamó la atención a Mauricio Lizcano quien no cumplió con sus expectativas a la hora de organizar el evento pues el cambio, bandera y eje central de su proyecto, no fue el punto central sobre la mesa ni tampoco se profundizó sobre los resultados que el presidente le mostrará al país el próximo 15 de noviembre cuando se cumplan cien días de la llegada de Petro a la presidencia.
Dos días después la relación se tensionó más después de que saliera a la luz los excesivos precios de los artículos que compró el Departamento Administrativo Presidencia (Dapre), presidido por Mauricio Lizcano, para decorar la Casa de Nariño y Casa de Huéspedes Ilustres en Cartagena que van en contra de la política de austeridad que el presidente prometió primaría en su gobierno. En una reunión convocada por Petro para hacerle frente al escándalo, le habría llamado la atención a Mauricio Lizcano a quien le recomendó que no se inmiscuyera en las labores de los ministros, dejará de hacer de jefe y mejor se concentrará en la gestión administrativa que era su trabajo. Se especuló entre los asistentes que el presidente le pediría la renuncia a Lizcano, pero esto nunca sucedió. Las declaraciones justificando los precios desorbitados de las compras hechas por el director del Dapre y el presidente tampoco concuerdan evidenciando una relación pegada con babas.
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