Los Lizcano no han abandonado su feudo electoral en Caldas. Mientras Mauricio, maneja la monumental estructura administrativa, burocrática y presupuestal del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República (Dapre), su papá, el excongresista Óscar Tulio, cuida los votos en su región.
Lea también: La chequera del millonario Stanley Motta detrás de Wingo, única sobreviviente de bajo costo
Esos mismos votos le sirvieron a él para llegar a la Cámara en julio del 2000, una curul que solo ocupó 15 días porque a comienzos del mes siguiente terminó secuestrado por las Farc y también le sirvieron a Mauricio para alcanzar 21.850 votos en 2006 y convertirse en Representante.
Ahora, Óscar Tulio Lizcano está dedicado a cuidar el partido político Gente en Movimiento creado por su hijo con el propósito de consolidar su feudo electoral. Por ejemplo, en Anserma se reunió con presidentes de las Juntas de Acción Comunal, líderes y dirigentes políticos, consolidando y entregando apoyos políticos.
Con el este movimiento cocina alianzas con diversas fuerzas políticas para participar en las elecciones de alcaldías, consejos y asambleas. Por el momento se conoce la intensión de los Lizcano de buscar con candidato propio la gobernación del departamento a donde al parecer quieren llegar con el abogado Manuel Orlando Correa, exconcejal y exdiputado de Caldas a quien ya se le entregó aval.
La política le corre por la sangre y los ochos años que estuvo en la selva, amarrado por el frente Aurelio Rodríguez de las Farc, no lo marchitaron. Su intención de dedicarse a la poesía, a la lectura y a sanarse fue una efímera porque pronto regresó a las lides políticas que hoy tienen a su hijo gobernando a la sombra de Gustavo Petro. En este momento, la entrega de avales a candidatos para las elecciones de octubre está al orden del día.
La opción de la izquierda nunca estuvo en el radar de los Lizcano, fueron protagonistas de la política convencional en Caldas, luego entraron a formar parte de la gran sombrilla del Partido de la U al lado de Juan Manuel Santos y Mauricio tuvo a Álvaro Uribe como padrino de su matrimonio.
Diez años después de habérsele escapado a la guerrilla en las selvas del Chocó, Óscar Tulio regresó a la política activa y con la estela electoral dejada por su hijo Mauricio, quien había decidido viajar a estudiar a Estados Unidos, fue elegido Representante a la Cámara en 2018.
A Óscar Tulio poco le gusta recordar sus ocho años de cautiverio. Había llegado al Congreso en las elecciones de 1999 y su condición de Representante a la Cámara le dio una visibilidad regional que jugó en contra suya. Lo secuestraron cuando inauguraba una escuelita rural en una vereda en Riosucio, Caldas. Tenía 54 años y entró a formar parte de los prisioneros políticos bajo las órdenes del comandante Manuel Marulanda cuando el gobierno de Andrés Pastrana buscaba un acuerdo de paz con las Farc.
Mauricio, con apenas 20 años en ese entonces, se curtió en la calle, de marcha en marcha, de noticiero en noticiero abogando por la liberación de su papá. Fueron muchos los días que pasó en la zona de distensión del Caguán, mientras su papá batallaba por su vida en la selva.
Las noches las pasaba caminando. A veces lo único que había para comer eran sopas que de carne tenían ratones de monte. Para no perder la cordura, les daba clases a pedacitos de palos que sembraba en la tierra. Ellos eran sus alumnos. Les preguntaba y él mismo respondía. Cuando los guerrilleros que lo cuidaban se hartaban de sus largos monólogos, lo callaban a la brava. Así pasó año tras año. Se enfermó de paludismo y leishmaniasis con frecuencia y perdió gramo tras gramo del peso de su cuerpo. En la selva se le quedaron 60 kilos.
A finales de 2007, Wilson Bueno Largo, alias Isaza, se quedó con la comandancia de la columna Aurelio Rodríguez. El cerco del gobierno de Uribe, los bombardeos y la Operación Jaque que liberó a Ingrid Betancur, preocuparon al guerrillero quien decidió desertar, pero llevándose a Óscar Tulio con él. Una noche cerrada le ordenó a su secuestrado ponerse las botas y seguirlo. Fueron tres días caminando en la espesa selva chocoana en la oscuridad y escondiéndose en el día. Solo llevaban el rifle galil de dotación de Isaza y una granada. En los límites de los departamentos de Risaralda y Chocó, el 26 de octubre de 2008 los rescató un grupo de soldados del Ejército que patrullaban la zona.
Óscar Tulio salió en muy malas condiciones del secuestro. Su mente y su cuerpo ya no eran los mismos. El obligado silencio y la soledad debilitaron su cabeza. Se recuperó entre libros, diálogos familiares y salones de clase. Los demonios que conoció en su cautiverio los exorcizó escribiendo el libro Años de silencio. Necesitó casi el mismo tiempo de haber estado metido en la selva para volver a ser él, mientras veía cómo su hijo menor se convertía en uno de los políticos más reconocidos en el país.
Para las elecciones de 2004, Mauricio Lizcano, con 24 años, había logrado visibilidad en las marchas exigiendo la liberación de su papá y su drama se transformó en un potencial electoral. Para esas primeras elecciones, sacó 26 mil votos. Cuatro años después, en 2008, llegó al Senado con una de las votaciones más altas, que superó los 60 mil votantes con unas, para muchos, cuestionables alianzas regionales con candidatos a Cámara.
En 2014 repitió curul en el Senado. Su poder se hizo más visible al convertirse en Presidente del Congreso y apoyar de frente el Acuerdo de Paz que Santos acababa de firmar con las Farc. Fue un espaldarazo que lo acercó a Alfonso Prada, quien fue el Secretario General de Santos.
El poder de los Lizcano en Caldas y el logrado por Mauricio en sus años de Congreso volvió a ser muy visible cuando este se fue para Estados Unidos en 2018, no sin antes dejar a su padre instalado como Representante a la Cámara, silla que ocupó hasta julio de 2022 para regresar luego a Caldas a seguir moviendo los hilos del poder local.
A última hora, casi en la recta final de la campaña, los Lizcano se acercaron a la campaña Petro Presidente y junto a Alfonso Prada, a quien Mauricio había conocido en el Congreso cuando este era Director del Dapre con Santos, se posicionaron buscando alianzas interpartidistas por fuera de la izquierda y del Pacto Histórico. La jugada les salió. Ambos coronaron: el uno en el Ministerio del Interior y el otro en el Dapre, al lado del Presidente desde donde hace palanca, mueve puestos y maneja presupuesto, siempre con Caldas en la mente, donde su papá, Óscar Tulio se quedó liderando su partido Gente en Movimiento, dando avales y haciendo campañas para seguir poniendo alcaldes y gobernadores. Padre e hijo tienen claro que el fortín electoral de los Lizcano en Caldas tiene que crecer.