Mauricio Gianluca Cárdenas Vacchi
Opinión

Mauricio Gianluca Cárdenas Vacchi

El paso de la plenitud al desastre del “multimillonario” Gianluca Vacchi me puso a pensar en los tumbos fiscales que hemos soportado bajo la batuta engañosa del señor Mauricio Cárdenas

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agosto 18, 2017
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Por las redes sociales circuló profusamente un video de extravagancias en serie que mostraba la vida de placeres de un as. Una ex señorita Colombia estuvo en su harem flotante. El gustador se llama Gianluca Vacchi y su aparatosa caída demostró que todo fue una gran mentira. Precisamente por ese paso de la plenitud al desastre pensé en los tumbos fiscales que hemos soportado bajo la batuta engañosa del señor Mauricio Cárdenas.

Consecuente con el lema de su jefe (el de la Prosperidad Democrática), el alcabalero del régimen declaraba con frecuencia cuáles eran los progresos de su gestión, desde que asumió hasta cuando se desplomó el petróleo en los mercados: la estabilidad fiscal, el equilibrio de las balanzas, los cuidados con la deuda pública, el monitoreo del gasto, el celo con la tasa de cambio, el cumplimiento en los giros de las participaciones y las regalías. Como se dice coloquialmente, todo estaba bajo control a fin de que el presidente cumpliera su juramento de no subir impuestos por fallas en el servicio.

La perfidia salió del petróleo. Creímos que Ecopetrol y PDVSA correrían pareja suerte luego de los arrumacos de Santos con Chávez. Sin embargo, Mauricio Gianluca Cárdenas Vacchi, ceremonioso y adusto, le expresó al país que las finanzas de Colombia estaban blindadas contra el revés más estremecedor venido de fuera. Se desbordó en indicadores y cifras, y habló bonito de la fortaleza de Ecopetrol. El país se tragó el cuento y pocos sabios cuestionaron el mentiroso testimonio del Vacchi imbricado en el antiguo suscriptor de los pagos a la desaparecida Dragacol.

Pese a sus tranquilizadores anuncios alcanzó a radicar una reformita tributaria con unos ajustes no muy confiscatorios.  Pero el mal venía por dentro y no lo intuimos los paganinis de siempre. Pasaron unos meses y, de pronto, el mismo Cárdenas que todo lo blindaba habló de vender Isagén para aprovechar esos activos y de una comisión que recomendara una reforma tributaria estructural. Los faltantes adquirían parecido con las monumentales deudas de Vacchi, porque los gastos en mermelada y otros despilfarros, más los billones escapados por corrupción, pusieron a Colombia al borde del precipicio. Acá el embargado no sería Mauricio Gianluca, sino los bobos que no nos dimos cuenta de su mano rota y la de Santos.

Se desesperó a tal punto que intentó convenios informativos con Panamá y los Estados Unidos para pescar depósitos en moneda extranjera de sus compatriotas, y pujó para reducir las pensiones de excongresistas y exmagistrados de las altas cortes, en alianza con un ponente de la Corte Constitucional destituido por el Senado, al cual le refaccionó la casa de una biblioteca familiar, convencido de que con centavos tapaba miles de millones derrochados. Con razón uno de esos ingenios bogotanos que todavía frecuentan los cafetines vespertinos, comparó a Cárdenas Vacchi con un elefante blanco de carne y hueso con más suerte que un aventurero de caché.

 

Conocida su mañosa maroma de tramoyero nato,
al saberse los cálculos de algunos rubros, como el de los deportes,
se formó un alboroto que se traducirá en rapiña

 

Pero la reforma tributaria estructural tampoco alcanzó para los fines del mejor ministro de Hacienda de América Latina. Dentro de su conocida táctica de salir a tranquilizar crédulos, habló de una drástica apretada de cinturón que consideramos pensada para lo que resta del año fiscal de 2017. No. Calladito y engañoso, como de costumbre, la tenía proyectada para el presupuesto del año próximo. Conocida su mañosa maroma de tramoyero nato, al saberse los cálculos de algunos rubros, como el de los deportes, el medio ambiente, la cultura y la ciencia, se formó un alboroto que se traducirá en rapiña. Ya afloraron las primeras escaramuzas, aún entre ministros.

La alerta lanzada por el Contralor General de la República, Edgardo Maya, refiere, en apretada síntesis, de qué magnitud fue el agotamiento de unas finanzas que no merecieron previsiones al principio sino cirugía al final, cuando el daño era gigantesco y difícil de conjurar. Qué suerte. En un país donde las inconformidades son silvestres, el Vacchia colombiano ha pasado incólume por cuatro ministerios con los cuales se pagaron favores otorgados por su progenitor. Pero Cárdenas continúa recibiendo venias y no sería nada extraño que el propio presidente lo dé de candidato para el Nobel de Economía que se concederá dentro de dos meses.

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