Luis Gregorio Ramírez Maestre amarraba a sus víctimas de pies y manos con nudos especiales que apretaban su cuello cuando intentaban zafar cualquier extremidad. Técnicamente morían ahorcados por ellos mismos. Todos sus muertos o la gran mayoría de ellos eran mototaxistas.
En mayo de 2009 Marcelo Hernández, de 19 años, habría sido el primero de los casi 50 que al parecer fueron asesinados en sus manos. Aunque al principio se pensó que la muerte de los mototaxistas sucedían por robarles las motos con las que trabajaban, a medida que los muertos iban apareciendo, los investigadores establecieron que el modo de matarlos de la misma manera correspondía a un asesino en serie, tal vez uno de los más peligrosos del mundo.
A Marcelo fue a buscarlo a su propia casa, una humilde vivienda en una zona deprima de Valledupar. Lo esperó y luego le pidió que lo llevara al otro lado del municipio. Marcelo Hernández apareció muerto al día siguiente amarrado de pies y manos. Estaba estrangulado. No fue hasta el tercer o cuarto cadáver hallado en matorrales y colgados de árboles que la policía entendió que los crímenes eran obra de un mismo asesino.
Después de inmovilizar a los pobres mototaxistas, con golpes certeros, tras ganarse su confianza, Luis Gregorio Ramírez, estando ellos inconscientes, más no muertos, empezaba su técnica de amarres mortales, por eso se ganó el apodo del 'monstruo de la soga'. La desesperación de las y la lucha por zafarsen de la soga era el detonante de las decenas de muertes. Dicen que esperaba a que se despertaran las víctimas y se divertía mientras los asustados hombres luchaban y se iban ahorcando segundo a segundo.
La policía logró determinar que para poder someter fácilmente a sus víctimas elegía hombres entre los 19 y 30 años de edad y con una altura menor a 1.70 metros y un peso que nos superara los 60 kilos.
Cinco años después del primer crimen lo capturaron. El usar uno de los teléfonos de una de sus presas fue lo que lo hundió. Los policías encontraron a la mujer con la que hablaba al menos una vez a la semana, era su hermana. Los seguimientos dieron con su paradero.
El monstruo de la soga fue condenado a 34 años de cárcel. No se pudo comprobar su participación en todos los cadáveres que se hallaron muertos de la misma manera. La condena inicial fue de 50 años pero su confesión en un par de homicidios le dieron 16 años menos. Cumpliendo con buen comportamiento y rebajas de pena, en 10 años, en el año 2032, este hombre podrá recobrar su libertad, cuando haya cumplido las tres quintas partes de la condena.